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El edificio se sitúa en el borde oeste del casco, limitando el recinto urbano hacia el antiguo Campo de las Balas y el Baluarte de Santa Catalina. Se implanta en la parcela con una clara vocación de apetura al mar al que se enfrenta, empleando una disposición en U de sus volúmenes que libera un espacio libre en su fachada.
El acceso desde este patio se provoca a través de un comprimido pasillo de entrada que nos lleva, en el recorrido por el edificio, a ir descubriendo el espacio libre. Emplea para definir estos volúmenes un lenguaje racionalista que recurre al predominio del hueco horizontal para potenciar la imagen nautica del edificio. Una imagen nautica que se apoya en gestos expresivos de la arquitectura como la rotunda proa curva que configura la esquina de acceso desde el Paseo de las Delicias.