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Se implanta en la ciudad como un moderno hito que marca la entrada maritimo-fluvial a Barbate. Formalmente rotunda y de gran contundencia su composición es limpia rayando el exceso: un cuerpo cilíndrico, con marcadas referencias náuticas se prolonga en una nave rectangular que se abre al muelle paralelamente a éste, en un ámplio porche cubierto por una lámina de hormigón armado que descansa sobre pórticos del mismo material. La composición resultante es netamente horizontal, con una ruptura puntual mediante la colocación de un hito a modo de faro, dispuesto tangencialmente al circulo de cabeza.
La planta baja resulta mas opaca, en claro contraste con la luminosa planta superior que utiliza una controlada franja de pavés como cualificación inmediata del programa que se reviste: una diáfana oficina ocupaba este espacio circular de la cabeza, enfrentada al río. En planta baja se resuelve el trasiego de mercancías de la lonja, desde el porche, donde normalmente se celebrarían las subastas, a la calle posterior de carga, a través de la doble crujía de almacenes que ocupaba la nave rectángular. Junto a la luminosa sala de la cabecera, la planta alta albergaba otra serie de dependencias de oficina y la terraza sobre el porche, rematada en una barandilla metálica.
Así pudo ser, o al menos así se puede adivinar con la ayuda de los viejos del lugar, ya que el abandono de su original actividad dió lugar a un lógico proceso de mutación, siguiendo a la colmatación del espacio del porche el cegado de huecos, para acabar en el más absoluto abandono. Actualmente alterna el uso de almacén de chatarra con el de vivienda esporádica y zona de esparcimiento.