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Constituye un conjunto de considerable extensión en el que cada especialidad ocupa un edificio de aulas, constituyendo edificios de cinco plantas, profundamente racionalistas y rotundos, en el que los huecos se insertan sobriamente potenciando la linealidad horizontal del edificio. de esta forma. Los aularios se disponen en el territorio según el estricto sentido de la orientación solar más favorable, articulándose entre sí mediante galerías cubiertas, que permiten, a nivel del suelo y en primera planta, la conexión de todas las piezas. La diferenciación de las piezas se consigue mediante la utilización de colores distintos en cada aulario.
El núcleo principal de comunicación y articulación lo compone una galería central que, desde el edificio de cabeza discurre entre los aularios disponiéndose éstos simétricamente respecto al eje que ésta plantea.
La organización da lugar a espacios entre edificios y galerías que se constituyen en plazas de relación y jardines de expansión del conjunto.
A diferencia de ejemplos similares, en este caso la apuesta por la modernidad no admite concesiones a la las convenciones de la arquitectura del rágimen franquista, lo que convierte a esta obra en un hito importante que evidencia la definitiva decadencia del figurativismo simbólico de la postguerra.