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Ubicado en la zona sur de la ciudad, en el entorno del gran eje verde que suponen la Avenida de La Palmera y sus aledaños (Parque de María Luisa y las numerosas urbanizaciones tipo ciudad jardín que la rodean), se trata de un conjunto de nueve bloques aislados de diez pisos de altura y con planta en estrella. La combinación entre ellos se produce adosándose por uno de sus lados menores, de forma que acaban cerrando un gran espacio central ajardinado.
La planta de cada bloque surge de una interesante reinterpretación de la tipología del bloque en "H". Frente a la tradicional combinación de dos alas con dos viviendas cada una y unidas por el núcleo de escaleras, aparece aquí una planta en estrella formada por la conjunción de tres alas curvas con dos viviendas cada una y unidas por el núcleo de comunicación vertical. Como consecuencia surge un volumen cargado de valores expresivos que matizan el tradicional impacto visual que provocan este tipo de conjuntos de bloques en altura.
Pero los logros no son tan sólo de orden formal, tipológicamente esta disposición recoge todas las ventajas del tradicional bloque en "H"; posibilidad de ventilación directa de todos los espacios de la casa, racionalidad estructural y distributiva, economía general de medios, etc..., y a la vez supone un planteamiento que evita la existencia de patios interiores, si bien es cierto que requiere mayor disponibilidad de suelo. Se trata por tanto de una propuesta especialmente interesante como ejercicio de vivienda intensiva para la clase media.
Otro factor igualmente remarcable atañe a la inteligente combinación y disposición de los bloques sobre el solar. El gran espacio verde que acaban encerrando, y del cual se apropian los vecinos para arrancárselo al anonimato de los extrarradios urbanos, aparece como una alternativa frente a un tipo de distribución menos coordinado que renuncia a la cualificación de los espacios exteriores.
Se trata de una obra que, a pesar de las pocas concesiones lingüísticas que se permite, encaja perfectamente en las reflexiones que, a nivel internacional, se plantean en los años cincuenta entorno a la revisión de algunos de los presupuestos de la modernidad. Desde este punto de vista se entiende la apuesta por una forma de implantación "blanda", basada en una distribución "casual" y "espontánea" dentro del gran espacio vegetal. La misma organicidad que impregna la planta de cada bloque apunta en esta misma dirección, e igualmente lo hace el uso del ladrillo visto en la fachada frente al tradicional enfoscado y pintado en blanco local. Este ejercicio nos remite por tanto a las búsquedas de formas matizadas, entornos más humanos y alternativas de crecimiento urbano, que en aquellos años planteaban los arquitectos modernos, especialmente en el norte de Europa. Sirvan como ejemplo los planteamientos de Sven Markelius para el Plan General de Estocolmo.