Se conmemora en el presente año el IV Centenario del nacimiento en Sevilla de Diego Velázquez, sin duda, el mejor pintor español de todos los tiempos y una de las grandes cimas del arte de la pintura. Tal efemérides es una ocasión propicia para acercarse a su persona y obra, tratando de resolver muchos interrogantes que aún permanecen sobre aquella y para disfrutar de ésta y profundizar en su conocimiento. Cierto es que la pintura de Velázquez no necesita de especiales celebraciones para reclamar nuestra atención y para advertir su belleza, su profundo significado y sus extraordinarias cualidades técnicas. Sin embargo, no sería lógico desaprovechar esta conmemoración centenaria para acercarse, una vez más, al artista y su pintura.
La exposición Velázquez y Sevilla es una reflexión sobre la etapa inicial del maestro, cuya pintura se muestra poniéndola en relación con el desarrollo de la escuela pictórica sevillana. Así, se parte de los maestros del siglo XVI cuyas creaciones dejaron una evidente huella en el joven Velázquez, continuando con la pintura de su maestro y suegro Francisco Pacheco. Prosigue la muestra con la obra de otros maestros pertenecientes a una generación anterior o incluso coetáneos, de cuyas novedades también aprendió Velázquez. Junto a las creaciones pictóricas, la exposición incorpora algunos documentos relacionados con la vida y obra del pintor, presentándose también algunas manifestaciones de otros campos artísticos, así como libros impresos y manuscritos, cuya presencia se explica por ser testimonio del ambiente artístico, científico e intelectual en el que transcurrieron los años sevillanos del pintor. Concluye el recorrido con la propia obra de Velázquez, siempre sorprendente y magistral, cuya contemplación en las salas del final de la muestra resultará aun más provechosa y sugestiva.