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Consejería de Cultura


Velázquez y Sevilla

Sevilla 1599

Al finalizar el siglo XVI, Sevilla continuaba siendo la gran metrópoli de la monarquía hispana, su verdadera capital económica y cultural. Desde que a comienzos del quinientos se estableciera en la ciudad la Casa de la Contratación de las Indias. Sevilla vivió un profundo proceso de transformación y enriquecimiento, a la par que su población se incrementó de forma extraordinaria hasta casi alcanzar los 150.000 habitantes. Su condición de puerta y puerto del Nuevo Mundo habían hecho de ella un punto de atracción para gentes de muy diversa condición y procedencia, convirtiéndola en una ciudad abierta, cosmopolita, abigarrada y dinámica, que respiraba vitalidad. Era una Sevilla plagada de luces y sombras, un auténtico hervidero humano en donde convivían nobles, clérigos, mercaderes, artistas, jornaleros, gentes de la mar y honradas personas, junto a una multitud de pícaros, truhanes, maleantes, enfermos y pobres fingidos. Se trataba de una ciudad caótica que, sin embargo, gozaba de una rica y brillante vida cultural y artística.

Al comenzar el nuevo siglo la situación empieza a mostrar síntomas de un cambio. Ciertos episodios trágicos o negativos, como la peste, las periódicas arriadas del Guadalquivir, las quiebras bancarias, la supeditación del tráfico con América a los extranjeros y la falta de liquidez, propiciaron una ciudad en transición, de fuertes contrastes y con desigualdades saciales cada vez más acusadas. El ideal renacentista y humanista de Sevilla como Nueva Roma, estaba desvaneciéndose, mientras surgía con fuerza la imagen de la ciudad como una Nueva Babilonia. Las crisis se agudizará mediado el siglo y sólo el mundo artístico mantendrá su línea de esplendor, aunque, eso sí, supeditado a los gustos e intereses de una clientela de origen o preferencias religiosas.

Sevilla a fines del siglo XVI. Anónimo madrileño.