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Consejería de Cultura


Velázquez y Sevilla

Las Salas de Velázquez


Tras seis años de aprendizaje en el taller de Francisco Pacheco, el día 14 de marzo de 1617, Diego Velázquez se examinó ante su propio maestro, Francisco Pacheco y ante Juan de Uceda, veedores del gremio de los pintores.Tras jurar fidelidad a los estatutos gremiales se le concedió facultad para ejercer libremente el oficio de pintor, abrir tienda y recibir oficiales y aprendices. No obstante, desde el comienzo de su carrera profesional, está claro que al joven Velázquez no le interesaron las líneas de trabajo que había mantenido su suegro y que él conocía muy bien por los años pasados en su taller. Sus inquietudes y lo aprendido en las tertulias y academias de orientación humanista a las que había asistido le llevaban por un camino diferente al que marcaba una clientela mayoritariamente religiosa, cuyos encargos correspondían a los grandes ciclos monásticos y a lienzos de carácter devocional, buena parte de los cuales se destinaban al mercado americano.

Aunque sin renunciar a sus intereses y gustos personales, la necesidad de mantener a su familia y, tal vez, por la insistencia de su suegro, aceptó algunos encargos de temática religiosa, llegando a organizar un pequeño taller, en el que sería su primer y único alumno conocido y además por poco tiempo, Diego de Melgar. A la par que Velázquez realizaba estos pocos lienzos de carácter religioso, pintaba sorprendentes retratos, de un crudo realismo y enorme fuerzaexpresiva, iniciando con ello una faceta de su arte que con el paso de los años le llevaría a triunfar en la corte, al ser nombrado pintor del rey. Sin embargo, la principal dedicación del joven Velázquez fue la pintura de otros cuadros de sentido profano y más en consonancia con sus propios gustos. Se trata de pinturas de bodegones, un género prácticamente inédito en la Sevilla de su tiempo y que era escasamente valorado por la teoría académica de la pintura. Por eso resulta sorprendente tanto la propia decisión del pintor, como el hecho de existir una clientela capaz de apreciar este tipo de obras. Cierto es que algunas de estas pinturas de bodegones ofrecen en el fondo escenas piadosas, por lo que habitualmente se las denomina "bodegones a lo divino". De hecho, en ellas el espectador percibe en primer término una cocina, mientras en el fondo, a través de una ventana, en un cuadro o reflejado en un espejo, tiene lugar el episodio bíblico que ha dado origen al lienzo. Tal juego de espacios e ideas se relaciona con creaciones de la escuela pictórica flamenca, aunque Velázquez acentúa la ambigüedad de las escenas y las resuelve con un acusado realismo.

De hecho, el pintor se sirve de estas pinturas para trabajar con absoluta libertad en aquello que más le interesa, la plasmación objetiva de la realidad. En la Sevilla de comienzos del siglo XVII solo podían valorar estas novedades, tanto temáticas, como de técnicas de representación, una selecta minoría de amplia cultura y conocedora de los avances de la pintura flamenca e italiana.



Galería de imágenes



Salas de la Exposición de Velázquez
Salas de la Exposición de Velázquez
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