Desde la Alameda a través de la Calle Torregorda se inicia el itinerario que nos llevará alrededor de toda la Málaga del XIX. Si se dispone de un par de horas libres se tendrá la oportunidad de conocer una de las ciudades más atractivas del panorama andaluz. Junto a magníficos edificios de viviendas contemplaremos otros de gran trascendencia arquitectónica a la espera de una urgente intervención que le devuelva el esplendor con el que originalmente se mostró al visitante.
Enfrentada a la citada calle Torregorda nos encontramos con el Mercado, antiguas atarazanas de origen islámico. Las construcciones que rodean el Mercado reflejan la importancia de la arquitectura decimonónica malagueña. Calles como Guillén de Castro o Moreno Carbonero Moreno Carbonero permiten al paseante sumergirse en la arquiectura más definidora de la capital andaluza. Las formas de estructurar sus fachadas, su estética en muchos casos cercanas al modernismo con gran aplicación en los detalles ornamentales hacen de estas viviendas notables edificios, de atractivo interés para el amante de la buena arquitectura.
La configuración de fachadas, portadas, dinteles y antepechos de los balcones, junto con el ornato de lámparas y demás mobiliario público permitirán olvidar por un momento la dura realidad en la que vamos a entrar a pocos metros. Junto a estas magníficas construcciones observaremos los solares de románticas medianeras que en espera de la intervención preludian una Málaga nueva.
Tras salir de las viviendas del XIX, siguiendo en línea recta nos encontramos con la calle Camas, una de las más antiguas y significativas de la ciudad. Su estrechez y el ambiente que la rodean nos situan ante una nueva realidad urbana. Esta, situada en la zona cercana al río, se configuró como calle durante el siglo XVII. En ese momento, conocida como calle de los Mesones, albergó un gran número de ellos. En la guía de Benito Vila, escrita en 1861, todavía se recogían en los alrededores veintiseis mesones. En la actualidad, poco queda de aquella situación, permaneciendo en pie tan sólo el conocido como Mesón de la Victoria.
A través de ésta calle se accede a la Iglesia de San Juan, que fue fundada por los Reyes Católicos. A fines del siglo XVI junto a ella se encontraba el Convento de Jesús y María y el Asilo de las Arrepentidas. Una de las características más importantes de esta iglesia es el de presentar su torre sobre la bóveda de la entrada principal.
Su planta se estructura en tres naves con dos capillas laterales, aunque como ya se dijo, el hecho de presentar una torre pórtico, desplazada hacia su extremo es exteriormente su rasgo más peculiar. Su acceso se articula mediante un arco de medio punto que permite el tránsito a un espacio rectangular cubierto con bóveda elíptica. La segunda portada, se resuelve igualmente con arco de medio punto sobre pilastras de menor tamaño. En este caso un entablamento barroco se desarrolla sobre ella coronándose con una hornacina. Entre los principales arquitectos que intervinieron en ella encontramos a Diego Deza, Pedro Díaz Palacios y Juan García. La reconstrucción en el siglo XVIII fue llevada a cabo por Martín de Aldehuela.
En la iglesia se encuentra establecida la Hermandad de Animas y ciegos, creada en el sigloo XVI. Para algunos el hecho se remonta a los Reyes Católicos cuando los musulmanes solicitaron que fueran ciegos los que enseñaran el catecismo a sus mujeres.
Justo en el ángulo de la calle Santos con Cisneros, podemos apreciar otra de las viviendas importantes de los momentos finales del siglo pasado y principios del XX. Su entrada principal la tiene por la calle Cisneros, sin embargo el protagonismo básico de la casa lo adquiere su fachada semicircular de la esquina. El conjunto se completa con los motivos ornamentales resueltos con azulejos y las rejas forjadas de sus vanos. El juego de retranqueos de sus distintos cuerpos complementan la movilidad estructural del edificio.
A través de la Calle Santos se accede a la calle Compañía, conocida por este nombre debido a la primitiva instalación de la Compañía de Jesús en sus comienzos. Tras la expulsión se convirtió en Escuela de Bellas Artes, pasando la Iglesia a ser llamada del Santo Cristo. En ella nos encontramos en la zona conocida como Puerta Nueva.
La Calle de Puerta Nueva nos descubre uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el Parador de San Rafael, también conocido como el Parador del León. este se edificó en 1865 en el solar producido tras los derribos de la puerta y de las murallas. Un gran patio, de arcos ciegos, modula el edificio. Sus columnas y capiteles parecen ser los labrados en el siglo XVI para el desamortizado convento de la Merced.
El edificio, obra de Cirilo Salinas y Manzano, entre 1847 y 1865 sorprende por el gran pasillo que se debe atravesar para ingresar en el patio. Igualmente destaca por el león de su remate. En este edificio, como deja constancia una placa, murió el 4 de diciembre de 1905, el gran pintor malagueño don Joaquín Martínez de la Vega.
Antes de llegar a la Plaza de la Constitución, en la acera izquierda de la Calle Compañía, casi enfrentada a la Calle santos, nos encontramos con la pequeña plaza de San Ignacio. En ella, creada sobre una casa solariega propiedad del Marqués de Castilleja y posteriormente del General Trujillo, nos encontramos con la nueva instalación de los Jesuitas y de su iglesia, el actual templo del Sagrado Corazón. Esta, de corte neogótico fue edificada entre 1907 y 1920 por Fernando Guerrero Strachan.
Su estructura se resuelve con tres plantas, crucero y ábside, estando su fachada principal compuesta por una amplia portada con arcos múltiples de formas ojivales. A los pies de las naves laterales se situan dos torres igualmente tratadas con elementos neogóticos.
Continuando por la calle Compañía, deberemos tornar a la izquierda, justo frente a la calle Salvago, ante el antiguo palacio de los Villalón, para incorporarnos a la calle Mártires, una de las más interesantes de la ciudad. Hacia la mitad de la calle nos encontramos con una casa de tres plantas, estando la superior abierta a la calle mediante tres arcos de medio punto. Su autor, Felipe de Unzurrunzaga la realizaría en el siglo XVIII. La galería abierta y la torre de su esquina sirven de telón de fondo a este pequeño entrante que realiza la calle en cuyo centro se ha ubicado un crucero. Al fondo de la calle, en la plazuela de los mártires, se halla la iglesia de los Santos Martires San Ciriaco y Santa Paula.
Esta iglesia realizada por Bartolomé Pérez se remonta al siglo XVI, aunque en el siglo siguiente sería reformada. En el siglo XX ha sido restaurada presentando su actual estado. Su planta se divide en tres naves y dos más de capillas entre los contrafuertes. Su nave central se cubre con bóveda de medio cañón, mientras que las laterales son cubiertas con bóvedas de aristas entre los arcos fajones. El presbiterio está formado por una nave transversal que se une a la Capilla Mayor. Su exterior contrasta por la sobriedad frente a lo recargado de su interior de gusto rococó.
Desde el ángulo de la plaza tomaremos por la estrecha calle de Andrés Pérez, donde todavía se conservan algunas casas del siglo XVIII, para llegar al Convento de las Dominicas Catalinas. Establecido a fines del siglo XVIII el convento se organiza en torno a su iglesia y sus claustros, de los que destacan algunos por sus arcadas de medio punto sobre columnas toscanas.
Su iglesia presenta planta de cajón, presentando en sus extremos, el presbiterio y el coro elevado sobre tribuna de perfil mixtilíneo. La nave se cubre con bóvedas de cañón y lunetos, mientras que en la capilla mayor la cubierta se resuelve mediante bóveda semiesférica. Su interior presenta decoración de raigambre rococó, mientras que su portada es de líneas muy sobrias quedando al amparo de su torre que se eleva sobre un lado del zaguán.
Desde esta calle, se sale a la de Carretería, donde de nuevo nos encontramos con elementos característicos del siglo XIX. En ella vivieron las más conocidas familias de la ciudad. Durante todo el siglo pasado fue vía de tránsito de comerciantes e industriales, conocidos como los de "la manteca", en sus marchas a las tertulias y fiestas del liceo. Según Baltasar Peña "por la parte alta de la calle llegarían los coches blasonados de las familias aristócratas, los de la Pelusa, que habitaban en la Plaza de Riego, La Alameda, la calle de Granada y sus alrededores.
Desde Carretería pasaremos a la Plaza de San Francisco, donde en su día estuvo el atrio del Convento del mismo nombre. En toda esta zona hasta el Guadalmendina estuvo emplazado el convento y su huerta hasta que en 1837 tras la desamortización fue adquirido por José María Álvarez Marqué. En los locales del Convento estuvo establecido el Liceo que durante muchos años fue sede del Real Conservatorio de Música. Desde la plaza, pasando a través de la calle Eduardo Ocón llegaremos hasta la encrucijada de la calle Mari Blanca, Carrertería y Alamos.
A la derecha de esta tuvo su mansión señorial D. Sebastián de Gálvez al lado de la Capilla de los Hermanos del Santo Rosario del Sr. San José. La casa de enfrente perteneció al hermano del Marqués de Fontella y posteriormente a los Marqueses de Guirior; la inmediata con callejón sin salida a los Marqueses de Crópani.
Esta calle que recibió por los álamos que la ornamentaron su nombre, fue muchos años centro de la buena sociedad malagueña. En ella emplazaron sus moradas los Ortega, los Condes de Alcázar y los Ramírez de Arellano. Antes de Ramón Franquelo vivía la familia Garret y en la número 34, D. Tomás Libermoore, casado con la sevillana, Dña. Petronila Salas, "buena casamentera ya que colocó a tres de sus hijas con D. Manuel Agustín Heredia, el Marqués de Salamanca, y Estébanes Calderón, el Solitarid. En dicha casa se aposentaron después los Jesuitas y más tarde los guardias urbanos, llamados los disgustados".
Por la calle Ramón Franquelo salimos a la mediación de la calle de Beatas, de finales del siglo XV para salir por Tomás de Cozar, seguramente anterior a la Plaza de la Merced, también la calle de Beatas fue solar de importantes familias con buenas casas entre las que destacaban la de los Dáviia, luego Diputación Provincial.
La abundancia en esta calle "últimamente de casas de mal vivir hacía comentar a los malagueños lo impropio que resultaba que en la calle Beatas vivieran las prostitutas, y en cambio, en la calle Frescas vivieran el Obispo y las señoras respetables".
En la calle Tomás de Cózar, esquina a Granada, estuvo instalada la cárcel eclesiástica y en una de sus casas, a la derecha, se ven patios con columnas y zapatas mudéjares.
La Plaza de la Merced trazada en un principio para mercado se rodeó posteriormente de los conventos de la Paz, Hospital de Sta. Ana y los Mercedarios, dando lugar la desamortización a las construcciones que hoy la configuran.
En los años centrales del pasado siglo, antes de abrirse la Alameda, era paseo obligado del pueblo y "de las clases altas y sitio de reunión de asonadas, desfiles patrióticos, carnavales y pronunciamientos. Fue plaza de miriñaques, levitas y toque de generala".
Del Cuartel de la Merced en 1836 sacaron las turbas al Gobernador, Marqués de Donadío, para darle muerte. En ella arengó Riego a los malagueños y en 1842 se puso la primera piedra del obelisco central que alberga los despojos de Torrijos y de sus cuarenta y ocho compañeros fusilados por el Gobernador por orden del General Moreno en 1831.
En la casa esquina a la calle Huerto del Conde del bloque denominado Casas de Campo nació en 1881 Pablo Ruiz Picasso. Esta manzana fue construida por el Marqués de lznate sobre el solar del Convento de la Paz, "siendo seguramente el primer negocio inmobiliario de la Costa del Sol que fracasara ya que con estas construcciones y otras emprendidas, la familia de los Marqueses de lznate tuvieron un serio quebranto económico, influiría en ello tal vez los retrasos de renta de los inquilinos pues del padre de Picasso, que también fue pintor, sabemos pagó algunas veces sus atrasos con cuadros suyos".
La Iglesia de Santiago, el más bello de los templos malagueños, con su graciosa torre mudéjar, fue fundada por los Reyes CatóIicos en 1490.
Junto a la Iglesia vemos una casa con el torreón intacto, seguramente una de las más antiguas que se conservan en Málaga y frente a ella la casa de la familia Gálvez con suntuosa escalera y señorial traza.
Por la estrecha calle de San José, estrechada mucho más por la estrafalaria construcción autorizada en ella, llegamos a la calle de San Agustín, antigua de los caballeros y al Palacio de Buena Vista, futuro Museo de Picasso.
Edificados según consta en los repartimientos, sobre un palacio árabe entregado después de la toma de Málaga a Dña. María Mendoza, viuda del Conde de Cabra, pasó después a la familia Cárdenas y Ponce de León y al Marqués de Cádiz.
El hijo del primer Corregidor de Málaga, D. lñigo Fernández de Manrique edificio este edificio en tiempos del Emperador Carlos.
En la esquina de la Calle San Agustin, veremos la casa de la familia Gálvez, construida por la familia Zéa Bermúdez, expléndida y de bellísima portada.
A la izquierda, al fondo de la calle de Cister, la mole de la Aduana iniciada por Carlos III en 1787 y terminada en 1829 por sucesivas suspensiones.
La terminó el arquitecto D. Pedro Nolasco Ventura. A nuestro frente, la Catedral, con la esquina de la Iglesia del Sagrario, donde se conservan los únicos vestigios de la antigua mezquita.
Se aprobaron unos planos de Diego de Siloe decidiendo su ejecución en 1528. En 1588 se había cubierto el Crucero de la Capilla Mayor, trasladando a ella el Sacramento de la Parroquial de Santiago.
En 1592 comenzó el Coro, estrenado en 1631, siguiendo el resto hasta 1783, en que se suspendieron las obras, quedando como están en la actualidad.
La Portada del Sagrario es un ejemplar del gótico isabelino, el único que se conserva en Málaga, construida entre las prelacías del segundo Obispo, Diego Ramírez de Viilaescusa, a principios del siglo XVI y el cuarto César de Riario que fue quien comenzó la Catedral.
La Plaza del Obispo fue trazada a costa del antiguo Seminario y los Jardines del Sagrario y el Palacio Obispal construido desde 1762 a 1772. Por estos años estaba emplazada, frente a la Catedral, la llamada casa de las siete cabezas, por tener siete esculturas en su fachada, que representaba a los siete protagonistas que intervinieron en el ajusticiamento de un caballero malagueño que se negó a saludar al Corregidor cuando este entraba en un patio de comedias. Por intervención de su tía, Dña. Sancha de Lara, que solicitó justicia al Rey vinieron de la Corte, juzgando a los que habían intervenido en ello, siendo condenados a muerte el Juez, el Secretario, el Aguacil, el Escribano, el Verdugo y su ayudante, que intervinieron en caso tan peregrino.
Por la calle de "Salinas, en donde aún está en pie, aunque creemos que desgraciadamente por poco tiempo, una interesante casa del siglo XVII, nos asomamos a la calle de Larios", el mayor esfuerzo urbanístico desarrollado por un particular en Andalucía.
Desde ella pasaremos a la calle Martín García para incorporarnos en la zona de la puerta del mar y deleitarnos con las casas de la Plaza de Félix Saez, desde donde volveremos a salir al paseo de la Alameda dnde empezamos nuestro especial itinerario a través de la Málaga del siglo XIX, propuesto hace ya más de veintinco años por Baltasar Peña y del que afortunadamente aún perviven al menos los más notorios edificios de los visitados por él.
Fue ordenada abrir, pavimentar y construir por D. Manuel Domingo Larios, iniciadas las obras en 1887 y terminándose en 1891. Su arquitecto fue el ya nombrado D. Eduardo Strachan.