La visita se inicia desde el compás de entrada en el que se encuentran el locutorio, habitaciones reservadas para hospedería y la hermosa Puerta Reglar que introduce de lleno en la clausura conventual. Traspasada ésta se penetra en el claustro principal del convento, aunque no el único pues otros más pequeños se distribuyen por todo el conjunto monacal. Al claustro se abren las diferentes dependencias conventuales, torno, sala de labor, portería, refectorio, sala "de profundis", sala capitular, huerto, iglesia e incluso el cementerio. Las celdas y el resto de las dependencias se abren a éste en la planta alta.
La visita se puede comenzar por los coros, piezas claves del convento sanluqueño. Situados a los pies de la iglesia y con acceso directo desde el claustro fueron costeados por doña Ana de Silva. Antes de ingresar en la iglesia es necesario destacar la importancia del ajuar litúrgico que posee el convento.
Una vez dejada la clausura se ingresa en la iglesia conventual, tal vez una de las más interesante de la ciudad.
Al salir del convento y para guardar un buen recuerdo de lo visto en el interior, se debe regresar sobre las portadas gemelas de la iglesia. Este modelo, que tantas veces sería usado en Hispanoamérica y en otros conventos gaditanos como el de la Concepción en El Puerto de Santa María, fue diseñado por Alonso de Vandelvira a mediados de 1608.