Es un complejo arquitectónico formado por dos edificios, señorío y capilla. Es el único ejemplo de la vicaría de Écija que conserva dos espadañas, una en cada uno de los dos edificios antes mencionados, pero solo tiene campana la del señorío.
Este caserío perteneció a los marqueses de Peñaflor, conservándose en el Archivo Municipal de Écija un expediente sobre el amillaramiento o valoración de la riqueza rústica de écija en el año 1889, en el que se inserta un plano, que nos permite ver las dependencias que tenía en dicha fecha. Sus medidas eran de 45 por 28,5 metros, indicándose las distintas dependencias entre las que destaca la capilla.
La capilla es de grandes proporciones, y la más dotada de todas las que se encuentran en la campiña ecijana. Es un edifico de planta rectangular que exteriormente simula tres naves, aunque en su interior solo consta de una, posiblemente las dependencias laterales eran utilizadas para escuela y sacristía, hoy día se usan como vivienda de la familia encargada de custodiar el lugar.
La fachada recuerda a las iglesias jesuíticas, un imafronte con tres puertas, la central más grande y un gran óculo, rematado por un frontón triangular que se apoya sobre dos grandes alerones que salvan el nivel entre las falsas naves laterales y la nave central.
El interior consta de una nave rectangular y el presbiterio al fondo, separado por un arco de triunfo y reja baja. Ambos espacios se cubren por bóvedas con óculos y gran rosetón en el centro. Cuenta con un total de tres retablos que alojan hornacinas de medio punto, uno en el presbiterio y los otros dos en la nave, en el muro del Evangelio y en el de la Epístola, en este último se sitúa la pila del agua bendita.
Los tres retablos siguen el mismo esquema compositivo, mesa de altar de la que parten dos pilastras que rematan en frontón triangular, relegando la policromía a los capiteles y a los frontones, todo ello de claros aires neoclásico. Desconocemos las advocaciones de los retablos.