A extramuros de la ciudad, en el camino que lleva a Palma del Río y cerca del desaparecido Monasterio Jerónimo de Nuestra Señora del Valle, se encuentra la Ermita del Humilladero. Según la tradición, su origen se remonta a una columna que existía en el lugar en época de la invasión árabe.
En ella fueron atadas y degolladas las monjas que procedentes del antiguo convento fundado por Santa Florentina que intentaban huir de los invasores para refugiarse en la ciudad. Tradición que perduró, sacralizándose el fuste de columna con la colocación de una cruz a finales del siglo XIV o principios del XV.
En 1555 Fray Juan de Guzmán, ermitaño de San Benito, solicitó permiso al Cabildo de la ciudad para construir una ermita junto a la Cruz del Valle. A partir de esta fecha, la ermita sufrirá una serie de remodelaciones y ampliaciones controladas directamente por el Cabildo Municipal, pasando por etapas en las que amenazaba ruina.
Originalmente, el edificio parte de un templete cuadrifonte que se construyó para cobijar el crucero, cerrándose con posterioridad sus vanos y añadiéndose una serie de dependencias. Es un pequeño edificio de organización central, cubierto con una cúpula de media naranja sobre trompas. Bajo ésta y desplazado de su eje central se sitúa un crucero de piedra sobre una columna exenta.
En 1966 con miras a descongestionar la parroquia Mayor de Santa Cruz, la ermita fue elevada a título de Parroquia de San Juan de ávila, construyéndose en 1977, tras ella, un salón para atender las necesidades parroquiales.