En 1884 la Sociedad de Fomento de Écija acometió el proyecto de construir, por acciones, una Plaza de Toros sobre el antiguo anfiteatro romano, obras que fueron realizadas bajo la dirección del alarife Antonio Jiménez, siendo estrenada el 25 de julio de 1846.
El edificio, según José María Garay y Conde, presentaba gran solidez, con un tendido espacioso y cómodo realizado en ladrillo, un coso de 78 varas de diámetro, formando en su exterior un polígono casi imperceptible de 36 ángulos con una serie de dependencias como: chiqueros, corral para apartado, enfermería, cuadras para 40 caballos, almacenes de depósito, etc., contando con un aforo de 8.000 personas. Tras ser inaugurada fue prácticamente abandonada al no obtener la Sociedad los beneficios esperados.
En 1886 la Plaza de Toros fue adquirida por Don Enrique López y López, quien encargó su reedificación y mejoras a Manuel Pradas, Maestro de obras, siendo inaugurada oficialmente el 8 de mayo de 1889. Fue en esta actuación donde la Plaza ecijana adquirió la fisonomía que ha mantenido hasta nuestros días.
Entre sus dependencias actuales figuran: consejería, enfermería con tres camas, administración, capilla, despacho de billetes, carnicería, sala de toreros, cuadra con capacidad para 30 caballos, corral cubierto para hacer el apartado y 8 chiqueros. El coso tiene 52 metros de diámetro; el callejón 1,50 m. de ancho al igual que la altura de la barrera. En la actualidad está dentro de las plazas de toros de tercera categoría.