écija, a lo largo de su historia, ha contado con una serie de cementerios que, en un primer momento, se situaban intramuros, aledaños a parroquias y hospitales, pero, al menos teóricamente, a partir de la Real Cédula de 3 de Abril de 1787, comienza a establecer los enterramientos fuera de la ciudad. Así, en 1810, se señala espacio para cementerio dentro del Cercado de la Misericordia, que se utilizaría hasta la inauguración del cementerio nuevo que ahora nos ocupa, el 1 de Agosto de 1885.
El proyecto para la nueva necrópolis fue encargado el 17 de diciembre de 1881 al maestro de obras del municipio D. Francisco Torres Ruíz quien presentó a la corporación su proyecto el 18 de Noviembre de 1882, donde se contemplaba su ubicación al Norte de la ciudad, en terrenos comprendidos entre los caminos del Valle y Barrancas del Molinillo, en la parcela que se adquirió a Dª Concepción Aguirre, ocupando una superficie de 40.139 metros. Para salvar el desnivel del terreno la construcción se adecuó en terrazas. Su planta contemplaba la forma de cruz latina para las construcciones principales, inscrita en un hexágono irregular junto con las demás manzanas que lo conforman y dependencias anejas.
El pórtico principal era un rectángulo avanzado de la línea general de fachada y estaba formado por seis grandes arcos que apoyaban sobre columnas de granito.
Algunas de las obras contempladas en el proyecto no se llevaron a cabo por la falta de fondos de la Corporación municipal, cambiando en algunos aspectos los planos tales como la forma hexagonal de los muros de cerramiento, que pasaron a tener un perímetro rectangular.
La capilla, de mayores pretensiones arquitectónicas en el proyecto inicial, quedó reducida a la modesta edificación actual que no se bendijo hasta Septiembre de 1896, once años después de la inauguración del cementerio. El único elemento decorativo que posee, a nivel de fachada, es un azulejo sobre el dintel de la portada que representa a la Virgen del Valle. Sobre el mismo se despliega una sencilla espadaña de un solo vano con campana, rematada por una cruz de forja.
Respecto a la tipología de los enterramientos se contemplan cuatro tipos bien diferenciados. Primeramente el panteón con estructura arquitectónica como por ejemplo el de la familia Escalera, fechado en 1918; en segundo lugar el panteón de suelo que incorpora esculturas de tipo alegórico, como el caso de los de Giles y Rubio (de 1912) o el de D. Lorenzo Ostos (de 1891); en tercer lugar los enterramientos de suelo en mármol rematados por una cruz, como el de la familia Pradas Domínguez, (de 1924), y por último los nichos de pared.