De estructura menos compleja y mayor austeridad decorativa si lo comparamos con los palacio de Peñaflor y Benamejí, éste del Marqués de las Cuevas del Becerro no deja de ser por ello una de las mejores construcciones civiles ecijanas del XVIII, que estuvo, gran parte del XIX y comienzos del XX, formando parte de la misma unidad constructiva que el extinguido Convento del Espíritu Santo.

De aspecto macizo en su exterior, la portada es interesante por las pilastras dóricas que la enmarcan y que en el nivel superior se resuelve en un vano con ático que aloja el emblema heráldico de la familia. Otros elementos de interés en la fachada son el balcón corrido en escuadra y el guardapolvo con restos de pinturas murales de motivos vegetales.

En su interior cabe destacar el apeadero y la escalera de acceso a la planta noble cuya caja se cubre con bóveda de media naranja lisa sobre pechinas. Frente al apeadero está la portada de las caballerizas; ambas poseen interesantísimos arcos mixtilíneos de tradición gótica. También desde el apeadero se accede al patio de tipo claustral y planta cuadrada de dos cuerpos con fuente centrada de bellas proporciones. Por último hemos destacar en el interior algunas cubiertas en artesa de tradición mudéjar y el rico mobiliario.