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Consejería de Cultura


Clausuras

El edificio


Vista exterior del compás del convento

Tras los inicios, con la fortuna de la fundadora se comenzaron las obras del monasterio, que pasó a denominarse de Nuestra Señora de Gracia, por deseo de fray Juan de Calahorra, que era prior del convento con este título en Badajoz. De estas primitivas construcciones sólo queda el recuerdo en algunas estancias, ya que diferentes reformas y remodelaciones durante los siglos XVII y XVIII, lo han transformado radicalmente. Prueba de ello, es que la primitiva iglesia, situada en la antigua plazuela del Turco, en el siglo XVIII, era ya denominada "el sitio que las Madres llaman Almacen de Aceyte".

Del convento actual, resultado de todas esas modificaciones y transformaciones, quizás lo que llame más la atención al pasear por sus alrededores, las calles de la antigua collación de San Juan de los Caballeros, sea el arquito que sirve apoyo a las paredes del mismo con las construcciones fronteras. En esa misma calle, se encuentra el acceso a la iglesia, abierto en un blanco muro que, por la acción del agua, ha perdido la cal que lo recubría, dejando ver su fábrica de sillares. Su portada, debido a la estrechez de la vía, parece mucho más grande de lo que es en realidad. Esta se compone de un sencillo vano rectangular, entre pilastras cajeadas que soportan, a modo de entablamento, el dintel decorado con molduras y orejetas cuya clave está ocupada por el escudo de la Orden. Sobre éstos, una cornisa volada, que continúa por toda la fachada del templo, y un frontón curvo que le sirve de remate. Contraria impresión produce la portada principal de acceso al convento que parece mucho menos esbelta.


Portada principal del convento

Ya en el interior del compás, se localiza otra de las portadas de la iglesia. Esta, realizada en piedra ostionera, presenta el color característico de la zona gaditana. Sus proporciones y decoración son similares a la ya citada, a excepción de que, en este caso, el frontón curvo es sustituido por tres pináculos manieristas formados por cubos, bolas y pirámides. En el mismo atrio destaca el Vía Crucis de azulejos realizado a mediados del siglo XVIII. Aunque la fábrica de la iglesia corresponda al siglo XVII, su aspecto actual se debe a una profunda intervención del siglo XVIII.

Volviendo nuevamente al atrio de la iglesia, y antes de salir del convento, al fondo del mismo, bajo un arco de medio punto se encuentra el torno, lugar de cita obligada para los golosos. Las 12 religiosas que componen la comunidad elaboran, además de las tartas, bizcochos y tocino de cielo, por encargo, las pastas de mantequilla, magdalenas de aceite y magdalenitas, los roscos de Antequera y las tartas de almendras, así como bollos de aceite, masa real, sultanas, merengues, cortadillos, empanadillas y hojaldrinas.


Vista general de la iglesia