Introducción

¡La que se lió cuando llegué al IAPH. Madre mía, todos querían conocerme! Después de tantos años volví a sentirme un actor famoso. Había fotógrafos, historiadores, periodistas... claro, la ocasión lo merecía. ¡Llegaba una nueva escultura metida en una especie de caja fuerte!... no olvidaros que soy muy importante.

Allí estaba, como no, el equipo de restauración esperándome. En cuanto me vieron dijeron: "Antes de restaurarlo hay que hacerle unos cuantos análisis". ¡Claro! primero tenían que saber qué me pasaba. Es como si fueras al hospital porque te duele algo y te meten en el quirófano sin saber qué te pasa. Así no funcionan ¿verdad? Antes los médicos mandan que te hagan pruebas: que si una radiografía, que si tienen que sacarte sangre... y una vez que conocen todos los resultados deciden si te operan o no. En mi caso los médicos son los/las restauradores/as que, nada más llegar, me mandaron a varios especialistas a que me hicieran muchíiiisimas pruebas.