Actualmente está considerado como el fundador de la escuela cordobesa, existiendo obras suyas, tanto pinturas al óleo como dibujos, en los museos más importantes del mundo.
Nació en Córdoba en 1616, recibiendo la primera formación de manos de su padre Agustín del Castillo y, posteriormente, del pintor de imaginería Aedo Calderón. Completa su aprendizaje, en Sevilla, en los talleres de Juan del Castillo y Francisco de Zurbarán.
En 1635 regresa a Córdoba, comenzando una prolífera actividad, no sólo como pintor, sino también como policromador y diseñador de proyectos arquitectónicos, decorativos y de orfebrería. A pesar de que se casó tres veces, con Catalina de la Nava, Magdalena Rodríguez y Francisca de Lara Almoguera, que serviran de modelo en muchas de sus obras, no tuvo descendencia. Murió en la misma ciudad que le vió nacer en 1668, después de una breve estancia en Sevilla, donde intentó recuperarse de la muerte de su tercera mujer.
Su producción es abundante y se encuentra repartida por diferentes ciudades españolas. Quizás, de lo más representativo del autor sean los dos cuadros sobre escenas de la vida de San Francisco, realizada para el convento que esta orden tenía en la ciudad, o la Historia de José, actualmente en el Museo del Prado. De no menos importancia es el Martirio de San Pelagio, de la Catedral Córdobesa que, como en las anteriores, plasma expléndidos ambientes, paisajísticos y arquitectónicos, fruto de su práctica de tomar apuntes del natural y de la influencia de los grabados flamencos y holandeses. Ese interés por el estudio del natural se refleja claramente en el Calvario del Museo cordobés o en las Adoracion de los pastores del Museo de Málaga y de la Hispanic Society.
Las obras conservadas en la Catedral corresponden a dos momentos muy diferentes de su vida. Entre las primeras, realizadas entre 1645 y 1647, se encuentran las pinturas del retablo de capilla del Rosario o el ya comentado Martirio de San Pelagio. A su etapa de madured, entre los años 1660 y 1667 se fechan las pinturas murales de los dos altares dedicados a San Felipe y Santiago el Menor, y de la Puerta del Perdón o las Inmaculadas de la Sala Capitular y del retablo de Santa Marta.
Relacionados con su círculo o taller, se encuentran las pinturas murales existentes en el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, la Santa Elena y San Dimas del Hospital de Jesús Nazareno.
Historia de José (Madrid, Museo del Prado)