Uno de los pintores de mayor relevancia en la Córdoba del seiscientos, fue, sin lugar a dudas, Antonio del Castillo. De él se conservan varias pinturas en el recinto de la Catedral. De entre ellas, sobresalen las obras que ocupan sendos altares con la misma advocación de San Felipe y Santiago, el Menor.
El primero, situado en la parte del recinto construido por el primero de los Abd al-Rahmán, en uno de los pilares junto al crucero de la capilla mayor, presenta a los dos titulares enmarcados en una hornacina de medio punto. Ambos, son representados con la vestimenta típica de los apóstoles, portando los atributos de sus respectivos martirios. Así, San Felipe, junto al libro abierto, objeto que lo identifica como apóstol, lleva una cruz en la mano, símbolo de su crucifixión. A su lado, y de tres cuartos, Santiago el Menor, apoyándose en la maza con la que fue rematado tras ser arrojado al vacío desde el techo del templo.
San Felipe y Santiago el Menor El segundo de los alteres se localiza en uno de los pilares del eje de Villaviciosa. Originariamente, dicha obra presidía la capilla que con la misma advocación. existía en el muro de la epístola, siendo trasladado a este lugar en 1932. Al igual que la pintura anterior, los dos apóstoles presentan actitudes semejantes, si bien, en ésta ocasión, flanquean a la Inmaculada Concepción, representada al centro de la misma. Se completa la composición con varios ángeles, portando flores, y cabezas de querubines, entre nubes, rodeando a la imagen de la Virgen