Si queréis conocer un mundo distinto...venid, os esperamos". Este es el mensaje que abre las puertas del monasterio. En este el ambiente de tranquilidad y sosiego que se respira, no es ni más ni menos que el reflejo de la vida de estas religiosas dedicadas a la oración pura y asidua, teniendo como principio fundamental de su existencia la caridad sincera. Caridad que, como practicaba su fundador, San Francisco de Paula, "se trata de dar la vida por la salvación del mundo siguiendo el ejemplo de Cristo" que dio la suya por amor.
Este principio es el que rige la vida cotidiana de su clausura, a pesar de haber sido proclamado, hace ya algo más de quinientos años, al fundarse en Andújar el primer monasterio de la rama femenina de la Orden de los Mínimos. Casi treinta años más tarde, en 1524, llegarían las primeras Mínimas a Jerez, que pronto supieron captar la atención y la amistad de las familias principales de la ciudad. Gracias a ello, el convento, al que se refieren las crónicas históricas como de las Victorias, creció rápidamente en riquezas y número de hermanas, llegando a los pocos años de la fundación a contar con cuarenta y cuatro religiosas. Pero, muchos son los avatares que desde entonces ha padecido el monasterio.