La lectura iconográfica que de él puede hacerse es, por así decirlo, un canto de exaltación a la Orden Franciscana y al Sacramento de la Eucaristía. Distribuido en dos cuerpos y tres calles por estípites, aparecen, en las hornacinas inferiores, las imágenes de los santos Juanes, el Evangelista en el lado del evangelio y el Bautista en el de la epístola. Sobre ellos y en pinturas, Santo Domingo y San Francisco de Asís. En el segundo cuerpo se han colocado, en escultura, los santos fundadores de la Orden, San Francisco a la izquierda y Santa Clara a la derecha. En la calle central se encuentran, en la zona inferior, el Sagrario, sobre el que se dispone un manifestador, lugar de veneración y culto a la Sagrada Forma. En la hornacina la escultura titular del monasterio, la Madre de Dios, entronizada y siguiendo la tipología que impusieron en la Edad Media los cánones bizantinos. Sobre ella, el misterio de la Santísima Trinidad, formada por el hijo, Cristo Crucificado, el Espíritu Santo en forma de paloma y el Dios Padre, de medio cuerpo, rematando todo la máquina arquitectónica.