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Consejería de Cultura


Clausuras

Historia


Torre campanario

Tras descartar otras, se elige para la fundación unas casas pertenecientes a Juan Alonso de Molina. El motivo de la elección es la buena situación y, sobre todo, el hecho de tener a su lado una ermita dedicada a Jesús de Nazareno, que se convertirá en la iglesia del convento y dará su nombre a éste y a la plaza donde está ubicado. El cambio de actitud del obispo gaditano Alonso Vázquez de Toledo, en principio opuesto a la fundación, acelera el proceso, interviniendo él mismo en la petición de ayuda al municipio de Chiclana e incluso aportando de su peculio una cantidad de dinero, que añadida a las ayudas de los propios habitantes de la villa permitieron el inicio de las obras. Siguiendo a Domingo Bohórquez en su reciente libro sobre el convento, vemos como en estos primeros años, uno de los protectores es Diego Vándalo de León, que se compromete a donar anualmente para su subsistencia 400 ducados y costear todas las obras que se necesiten hacer en la casa para habilitarla como clausura. Por todo ello se le llegará a nombrar patrón del convento, si bien antes de su muerte renuncia al nombramiento, por lo que el convento se quedó sin su mayor valedor.

Pese a las aportaciones iniciales, los recursos para hacer las obras necesarias para adecentar el lugar son escasos. La ayuda les vendrá, entonces, de manos de diversos comerciantes asentados en Cádiz, principalmente de los genoveses, un grupo de gran importancia e influencia, siendo uno de los mayores protectores Carlos Presenti Sena que donó al convento no sólo dinero, sino multitud de objetos litúrgicos de gran valor. En compensación y agradecimiento, las religiosas le hicieron donación de una de las capillas de la iglesia.


Imagen de Santa Mónica.

Otro gran protector será el vasco Diego de Iparraguire, que, del mismo modo, realiza innumerables donaciones a la comunidad costeando las mejoras que se van realizando en el convento. En agradecimiento, las religiosas le cederán la capilla del Arcángel San Miguel y Santos Angeles.

Parece probable que las obras de adaptación del convento empezaran en 1670, avanzando rápidamente pues en 1673 se consagra el altar mayor, realizándose ya la exposición del Santísimo.

A partir de estos momentos comienza la vida conventual con su funcionamiento habitual. A lo largo de los años, algunas incidencias bélicas obligaron a abandonar el convento o a recibir en él a hermanas procedentes de Cádiz que huían de los peligros de los conflictos armados. El año 1702 fue de especial significación por ser en el que las Concepcionistas de la Piedad y Santa María de Cádiz llegaron al convento de Chiclana y todas debieron huir al que la Orden tenía en Medina Sidonia. Ya durante el siglo XIX resultó bastante afectado por el proceso desamortizador. Tras pasar por numerosos problemas de todo tipo, el convento comienza en 1885 a impartir clases a niñas, siguiendo así hasta 1973 en que las religiosas deciden volver a dedicarse a la vida de oración y trabajo que es como las conocemos en la actualidad.