Si se comparan las cifras anteriores con las actuales, el panorama no puede ser más desolador para este cenobio. Hoy día, son sólo nueve las hermanas que llevan, "como pueden" una vida humilde y de penitencia. Además de las pensiones de las religiosas de mayor edad, algunas donaciones contribuyen junto con la venta de dulces al mantenimiento del convento.
Con la alegría que las caracteriza, las religiosas, de lunes a viernes, trabajan afanosamente en el obrador. En el realizan amarguillos, alfajores, tortas pardas, masa real, pastas de té, cortadillos, yemas nevadas, canutillos de yema, piñonates y pastelitos de Santa Rita. En navidades, como no, los tradicionales polvorones, mazapán y el pan de Cádiz. Si no se sabe qué elegir de este listado, las hermanas facilitan la tarea, pues tienen a la venta unas cajas surtidas de todas las viandas para saborear "los productos de su vida conventual".
El convento no tiene perdida, sólo basta seguir el olor de sus productos. Pero, si se anda despistado, puede servir de referencia lo peculiar de su torre que se encuentra unida a dos grandes y airosos arcos de medio punto, sobre la fachada de la iglesia . Del conjunto sólo sobresale el cuerpo de campanas, rematado por un pretil decorado con motivos geométricos, siendo coronada por un pináculo, terminado en cruz y veleta. De cualquier forma, el obrador se encuentra perfectamente señalizado. En la portada del torno del convento, junto a los sillares vistos que forman el arco de medio punto, que le sirve de ingreso, y bajo una moldurada cornisa, existe un cartel en el que aparece escrito "Pastelería". Y si por casualidad, aún no se está seguro, al lado, existe una placa de cerámica en la que se recoge, en letras azules, "MM. Agustinas. Convento de San Cristóbal y Santa Rita. Hércules, 1. Pastelería.". No son éstas las únicas indicaciones que se encuentran, ya que en la fachada de su iglesia, existe un nuevo letrero, esta vez, en negro con letras blancas, donde se lee: "Pastelería Santa Rita".