En éste complejo estudio iconográfico aparecen San Joaquín y Santa Ana, en la zona inferior, San José y la Virgen María, en la parte central. Sobre ellos y al centro, el Niño Jesús, rodeado de un grupo de ángeles. En la gloria, el Espíritu Santo y la figura de Dios Padre, casi en bulto redondo. El relieve se enmarca en un retablo-marco formado por estructuras, que recordando estípites, se componen con volutas y frutas, permitiendo fechar la obra a principios del setecientos.