Es una de las iglesias perteneciente al estilo mudéjar llevado a cabo en Sevilla durante el siglo XIV. Lo más llamativo de su estructura es su portada abocinada, -cuyas imágenes actuales fueron colocadas en el siglo XVIII para reemplazar a otras que poco a poco se habían ido deteriorando- y su elegante torre mudéjar.
Su interior quedó prácticamente destruido por un incendio, quedando tan sólo la típica estructura de las iglesias mudéjares sevillanas. Por lo que se refiere a su ornamento tan sólo se conserva una imagen de San Pedro fechable en el primer tercio del siglo XVII y cuyos rasgos estilísticos recuerdan a los realizados en las obras de Juan de Mesa.