Los motivos utilizados en la pintura mural han sido muy variados y numerosos, desde los clásicos elementos geométricos hasta los que imitaban labores de sillares o ladrillo, pasando por aquellas ornamentaciones de tipo vegetal, heráldicas, de arquitecturas fingidas, paisajes, o escenas mitológicas, históricas, religiosas o simbólicas, etc. Todo un amplio repertorio iconográfico que satisfacían las necesidades más exigentes de los mecenas y los dueños de las edificaciones.
Las técnicas utilizadas tradicionalmente en la pintura mural han sido la pintura al temple, al óleo y al fresco. Por diversos autores y en diferentes épocas, se ha utilizado una técnica que podríamos llamar mixta. Dicha técnica, no es exactamente de pintura mural, pues el artista trabaja sobre una pintura de caballete, ya sea al óleo o al temple. Una ver terminada, se le quita el bastidor y el lienzo se pega directamente sobre la pared, utilizando para ello cualquier tipo de adhesivo. Del repertorio de pinturas que aparecen en este trabajo, sólo las del Círculo de la Amistad están realizadas con esta técnica, utilizándose el cemento para unir al muro los lienzos.
Pintura al temple
Es la técnica más utilizada. En éste caso, los colores se encuentran disueltos en agua con aglutinantes, siendo éstos colas animales o vegetales, gomas, casína, dextrina, leche, huevo, cera o jabón. El resultado es una pintura mate.
Según Francisco Pacheco, en su Arte de la pintura, publicado en Sevilla en 1649, su método era el siguiente
"Los colores finos que ahora se gastan y muelen mesclados con olio de linaza, o de nueces, se molían con agua y se echaban en escudillas y, porque no se secasen, los cubrían de agua limpia. El blanco era hecho de una pella de yeso muerto, no de muchos días como el mate, sino duro como el de los modelos; éste servía en las sargas de blanco molido al agua y mezclado con la templa de la cola, o engrudo. El negro era de carbón ordinario, molido al agua. Ocres, claro y oscuro. Los amarillos eran de jalde. Los azules, en cosas de menos consideración, los hacían con añil y blanco oscurecido con el mismo añil, o con orchila echada en agua; y si los azules se gastaban en obras de consideración, o eran cenizas, o segundos finos; y los colorados, bermellón y carmín fino; aunque en las sargas usaban arzacón de la tierra y bañaban con brasil en lugar de carmín, y el blanco era sólo de yeso muerto y molido, como habemos dicho; pero, en las buenas pinturas, a dos partes de yeso echaban una de albayalde.
La templa del engrudo con que se desataban estos colores era de esta manera: lo más ordinario, la cola o engrudo de tajadas, echado en agua y, en estado tierno, se le daba un hervor al fuego, anadiéndole el agua conveniente para que no estuviese ni fuerte ni flaco (desto no hay regla más que la experiencia); también se puede usar cola de retazo de guantes cocido y colado. con esta templa daban primero al lienzo, o pared, y mesclaban los colores y, para haberlos de gastar siempre, se tenía el fuego a mano, para calentarlos cuando se helaban, en cazuelas pequeñas, particularmente, en tiempo de invierno.
La templa del engrudo con que se desataban estos colores era de esta manera: lo más ordinario, la cola o engrudo de tajadas, echado en agua y, en estado tierno, se le daba un hervor al fuego, anadiéndole el agua conveniente para que no estuviese ni fuerte ni flaco (desto no hay regla más que la experiencia); también se puede usar cola de retazo de guantes cocido y colado. con esta templa daban primero al lienzo, o pared, y mesclaban los colores y, para haberlos de gastar siempre, se tenía el fuego a mano, para calentarlos cuando se helaban, en cazuelas pequeñas, particularmente, en tiempo de invierno.Añado a esto, que si la pared sobre la que se ha de pintar a temple es antigua, y no muy limpia, se mescle con la templa del engrudo una poca de hiel de vaca, o unos dientes de ajos molidos con agua, contra la grasa de la pared; también le podría dar encima una mano de yeso grueso, cernido con cedazo muy delgado, y a los lienzos, si son gruesos, de la misma suerte. Mas, las tablas usaban los viejos después de enervadas, o encañamadas por las juntas, ponerles un lienzo delgado, pegado encima con cola más fuerte y aparejarlas de yeso grueso y mate y, después de muy bien lijadas, pintar en ellas a temple, debuxándolas y perfilándolas sobre el blanco y, luego, metiendo sus colores limpiamente, carnes y ropas con variedad; y oscurecer con sus medias tintas en seco, a la manera de las aguadas, y después ir apretando con los oscuros más fuertes hasta dexarlo en su perfección. Esto se hacía en seco en pared, en lienzos, o sobre tablas, y era lo más usado."
Pintura al óleo
Aunque esta técnica se conocía desde antiguo, no va a imponerse de forma generalizada hasta el siglo XV, relacionándose tradicionalmente su uso sistemático con los Van Eyck. En ésta, los colores empleados son previamente molidos y diluidos en aceite secante, bien de linaza, de nueces o de adormideras. El resultado final es mucho más brillante y luminoso, consiguiéndose efectos de opacidad, transparencias, luces y sombras. Por otro lado, ofrece la ventaja de poder borrar, corregir o modificar lo pintado.
Junto a las indicaciones de como se hacía cada color, Pacheco especifica como ha de tratarse la pared antes de recibir la pintura
"Para pintar a olio sobre pared trataremos, antes, de disponerla y, lo primero, conviene que esté libre de humedad y seco el encalado, de cal o yeso, de muchos días; y, si no estuviere muy limpia, y lisa, sin hoyos ni aberturas, se le podrá dar una mano de cola de retazo de guantes, caliente, con una poca de hiel de vaca, o unos dientes de ajos molidos y, después de seca, plastecer con yeso grueso, muy cernido, todos los hoyos y grietas que tuviere; y habiéndole pasado la lixa, después de seca, se le podrá dar otra mano del mesmo yeso cernido, templado con cola caliente y, estando seco, volver a pasar la lixa y, calentando bien la cantidad de aceite de linaza que basta, con una brocha grande bañarla toda, a lo menos el espacio que se pretende pintar; y, habiendo pasado el tiempo conveniente para embeberse en la pared y secarse bien, si es verano como cuatro días y, si es invierno, diez o doce, se podrá dar una mano de imprimación, moliendo con el aceite de linaza el albayalde competente con un poco de azarcón por secante y sombra de Italia , que no quede muy oscura.
Háse de dar esta primera mano un poco suelta y corriente, pareja y estirada con brocha cortada y no áspera; la cual pared, después de seca, se puede doblar, dándole otra mano con un poco de más cuerpo y menos aceite de linaza y, estando bien seca, y pasándole un paño áspero, se podrá pintar en ella."
Pintura al fresco
Los precedentes de este tipo de técnica se remontan a tiempos de Mesopotamia y Egipto, siendo en época romana donde alcanza su desarrollo técnico. Lo peculiar de esta forma de pintar es que el mortero ha de estar fresco y húmedo y los colores disueltos en agua pura o en agua de cal. De esta forma, al secarse, los pigmentos pasan a formar parte de la superficie. Las ventajas que ofrece son la resistencia, el no causar reflejos y el ser lavable. El inconveniente principal, es su mayor dificultad, ya que los colores se aplicaban sobre el revoco aún húmedo y no permite corrección. En caso de necesidad, las posibles modificaciones se realizaban ya en seco y con pintura al temple, o bien, se picaba el paramento y se comenzaba de nuevo. Por ello, en las paredes, pueden distinguirse las "jornadas", es decir, las superficies pintadas en una sola sesión.
Pacheco, puntualiza sobre diferentes aspectos de esta técnica. Los colores han de ser de "tierras naturales" y los pinceles de "sedas de escobillas, largos y de punta". Sobre la preparación de la pared, añade,
"La pared o muro ha de estar muy seco, fuerte y libre de toda humedad y xaharrado de muchos días; y la cal, con que se ha encalar para pintar, muy muerta, habiéndola tenido en agua dulce más de dos años, mezclada con arena delgada tanto de uno como de otro. Hase de encalar, solamente, lo que se pudiere pintar en un día, estando siempre fresca la cal...
"La pared o muro ha de estar muy seco, fuerte y libre de toda humedad y xaharrado de muchos días; y la cal, con que se ha encalar para pintar, muy muerta, habiéndola tenido en agua dulce más de dos años, mezclada con arena delgada tanto de uno como de otro. Hase de encalar, solamente, lo que se pudiere pintar en un día, estando siempre fresca la cal...
La preparación que se suele hacer antes de comenzar a pintar, acabada de encalar la pared, es bañada con un brocha grande con agua dulce y clara para que se cierren algunas grietas que suele hacer el encalado, antes de debuxar lo que se ha pintar o de estarcir el patrón que se hubiere hecho para el efecto, que es lo más seguro. Y aun algunos tienen delante, no sólo debuxos trabajados pero cabezas pintadas a olio del natural, para que su obra salga mejor; porque debuxar con lápiz sobre la pared y pintar de práctica lo que saliere no es para conservar la opinión ni para cosas de honra.
Después de estarcido o debuxado, se le ha de dar un baño con la cal molida y una poquita de almagra, como un color de carne claro, salvo donde ha de haber azul o verde, que allí se puede usar de cal sola; y comenzar a meter sus varios colores, haciendo las templas sueltas, porque encima de esto se van gastando bien las segundas tintas, como quien da aguadas."