La parroquia de Santa Marina es uno de los templos más antiguos de la ciudad, ya que fue fundada por propio rey San Fernando al reconquistar la población. El edificio pertenece a la tipología de iglesia cordobesas del siglo XIII, presentando tres naves con triple cabecera poligonal. En ella, solo se conserva restos de pintura mural en la capilla fundada, en 1630, por el capitán Alonso de Benavides. De éstas destaca, por su importancia y valor iconográfico, la Virgen amamantando al Niño con donante, datada en el siglo XVI.
La Virgen con el Niño aparece entronizada, sobre unas gradas y bajo una arquería de medio punto con columnas de mármol. A los lados dos ángeles en pié con instrumentos de la pasión. Arrodillado aparece, en primer término, el donante vestido completamente de negro. El modelo utilizado es el galactotrofusa, es decir, la Virgen amamantando al niño.
Tras los rígidos cánones de la kiriotisa, la Virgen como trono de Cristo, surgen nuevos modelos iconográficos en la Baja Edad Media y en occidente, en los que la relación entre la Virgen y el Niño se naturaliza, apareciendo escenas como ésta, mucho más acorde con la vida cotidiana y maternal. El significado de la imagen no es otro que la relación de dependencia de los creyentes con la Iglesia, simbolizado por la vinculación entre madre e hijo.
El otro conjunto de pintura mural que aparece en esta capilla es la decoración de la bóveda. Ésta es de cañón con cuarto de esfera en la cabecera. Se compartimenta con placas de yeso formando cuadrados, rectángulos y círculos. En el interior de los mismos se decora con flores y hojarascas de tipo clásico.
Según las investigaciones más recientes, el 21 de octubre de 1632 fueron contratadas las obras de remodelación de la capilla con los albañiles Bartolomé Muñoz y Marcos Ruiz y el carpintero Alonso Pérez de Guevara. Al año siguiente, el 14 de julio, se acordaba con el pintor Cristóbal Vela Cobo el dorado y la policromía de las labores de yeserías de la capilla. Sin embargo, tres meses más tarde se le encomendaría el "dorar de labores (de la bóveda) a modo de brutescos". Por el primero de los trabajos, Vela recibió la cantidad de 1.700 reales, mientras por el segundo la suma ascendió a 1.900.