Según algunos autores, tuvo que nacer en el último cuarto del siglo XVI en Córdoba, pues aparece nombrado por primera vez en 1590. Sin embargo, otros fechan su nacimiento el 13 de febrero de 1598.
En lo que coinciden todos es en señalar que fue discípulo del pintor cordobés Pablo de Céspedes y que se trasladó a Sevilla en 1608. En la capital hispalense entró en contacto con las pinturas de Zurbarán, Herrera el Viejo y Roelas, quienes influyeron en su producción. Su obra prácticamente se desconoce, solo han sido identificados como del pintor los lienzos cordobeses de El Martirio de San Esteban y la Caída de los Ángeles, en la Catedral, el David con la cabeza de Goliat, del museo, y la Anunciación del retablo mayor de la iglesia del ex-convento de Santa María de Gracia, actualmente en el convento de la Purísima Concepción de Jaén.
En la iglesia de San Agustín, se han identificado como de este artista las pinturas de las Santas Flora y María y San Esteban y San Acisclo. Atribuidas al mismo, se consideran el San Cristóbal y el Ángel de la Guarda de la catedral cordobesa.
Documentalmente se conoce el contrato con Alonso de los Ríos Angulo, en 1627, para realizar catorce cuadros de frutas "iguales a los que le pintó al inquisidor Armenta y mejores que los del canónigo Jiménez de Castro"
En 1633, el canónigo Juan Chamizo Garrido le pagó quinientos reales por diecisiete lienzos con la Historia de Jasón y Abraham. Obras suyas se encontraban en el Convento de Santa Catalina de Córdoba, en la iglesia de San Bartolomé y el convento de San Basilio de Sevilla. En 1634 regresa nuevamente a Sevilla, donde permanecerá hasta su muerte en 1639.
En esta ciudad, según las últimas investigaciones, continuaría el encargo que la Merced Calzada realizó a Zurbarán, y que éste dejó sin concluir al trasladarse a Madrid en junio de 1634. El contrato establecía la realización de veintidós cuadros para adornar el Patio de los Bojes, en los que se narraba la vida de San Pedro Nolasco. De ellos sólo se realizaron, según las fuentes, doce o quince lienzos, conservándose actualmente diez. Seis corresponden a Zurbarán, estando fechados entre 1629 y 1634, los cuatro restantes tradicionalmente se habían atribuido a Francisco de Reyna, discípulo del pintor extremeño. Sin embargo, tras la restauración en 1982 de la Muerte de San Pedro Nolasco, se descubrieron restos de una firma que fue interpretada como perteneciente a Juan Luis Zambrano. Desde esa fecha, los cuatro lienzos, que se conservan en la Catedral de Sevilla, se atribuyen a este pintor.