Fuera de la clausura se encuentra la sacristía de la iglesia. En ella, junto a una sencilla cajonera, se ubica un bello torno de mediados del siglo XVIII, y a su lado, otra de las muchas sorpresas que los conventos gaditanos deparan, dos pequeños cuadritos, donados a la comunidad por José Manuel Broto, su autor, y que ponen de relieve la coexistencia pacífica entre las obras de arte antiguas y contemporáneas. Nada extrañan estos en la pequeña sacristía, antes bien llaman la atención del viajero observador. En la iglesia, en el muro de la epístola, otra obra contemporánea. En este caso una representación del Espíritu Santo, realizado en cera por José María Sicilia, dará una nueva visión de la religiosidad en las manifestaciones contemporáneas. La hermana explica que fueron donados cuando el centenario de San Juan, momento en el que se realizó una edición facsímil del Cántico Espiritual, en la que también intervino Eduardo Chillida.