El Convento de frailes franciscanos descalzos de la provincia de San Diego de Alcántara fue fundado por Francisco de Bañuelos. Las obras de construcción comenzaron en el siglo XVII, en la década de los 80, según los planos dados por Luis de Rojas. El día 7 de octubre de 1696 se daba por finalizado al bendecirse su iglesia. A mediados del siglo XIX, al ser los frailes exclaustrados, el edificio fue abandonado. Actualmente, está ocupado por el Seminario Diocesano Redentorio Mater de Nuestra Señora de la Fuensanta, si bien, hasta hace algunos años residieron en el mismo las monjas de la Orden de San Francisco, de la Divina Pastora.
La iglesia presenta planta de cruz griega, de una sola nave, con el coro situado a los pies y en alto. En los muros de la misma se abren una serie de hornacinas que albergan retablos. Se cubre con bóvedas de cañón con lunetos y fajones y una cúpula sobre pechinas en el crucero. Junto a la sacristía, situada a la izquierda del presbiterio, existe una pequeña capilla, a modo de capilla doméstica, de planta rectangular, divida en tres tramos y cubierta con bóveda de cañón y lunetos. Esta misma distribución, pero cubriéndose su último tramo con cúpula sobre pechinas, se repite en la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, situada en el lado de la Epístola.
Las pinturas murales, de mediados del XVIII, se limitan a decorar la cúpula del crucero. Dividida en ocho gallones, presenta, como base de la ornamentación, roleos vegetales que se entrelazan de forma abigarrada, dejando pequeños espacios ocupados por figuras de angelotes.
En las enjutas, vuelven a aparecer los angelitos, en esta ocasión, sujetando las cartelas ocupadas por los escudos de la orden franciscana, enmarcados entre una abundante decoración vegetal.
La Capilla de los Dolores, situada en la nave de la Epístola, se cubre con una cúpula semiesférica sobre pechinas. Es en estas últimas donde aparece la decoración mural.
El anónimo pintor, de principios del setecientos, ideó unos óvalos entre hojas y ramas, en los que se representan a cuatro santos franciscanos de medio cuerpo. De ellos, sólo han sido identificados dos, San Juan de Prato y San Pedro de Alcántara.
En la sacristía, en el interior de un armario, existe una curiosa pintura mural, fechada a mediados del siglo XVIII. Al abrirse el habitáculo aparece una hornacina de medio punto, cuyas jambas e intradós del arco se decoran con registros de abundante decoración vegetal muy carnosa. En el muro de fondo, la composición está concebida, a modo de retablo, con una serie de elementos arquitectónicos, columnas, pilares y arcos de medio punto.
En el arco central, de mayor anchura, se sitúa una custodia, en cuyo viril aparece un Calvario, con alternancia de ráfagas rectas, terminadas en estrellas, y onduladas. La mesa de altar, sobre la que descansa el fingido retablo, presenta en su frontal el anagrama del Nombre de Jesús.