La iglesia de San Miguel es una de las parroquias instituidas por San Fernando al conquistar la ciudad. En un primer momento ocupó una antigua mezquita, que fue derribada entre los siglos XIII y XIV para construir el templo gótico. Sin embargo, su imagen actual es el resultado de las múltiples restauraciones realizadas a lo largo del siglo XIX, que han ocasionado la pérdida de parte de las transformaciones realizadas durante los siglos XVII y XVIII.
De la decoración mural que poseía el templo solo se han conservado dos escenas de la Anunciación y una Virgen con el Niño. Esta última se sitúa en el muro derecho de la nave de la epístola, encontrándose incompleta, ya que debería formar parte de una composición más amplia. En ella aparece la virgen sendente sosteniendo al Niño en su regazo, al que le ofrece una fruta. A ambos lados, dos ángeles, incompletos, sostienen un tapiz que sirve de fondo y ocultan un segundo decorado con estrellas. Estilísticamente correspondería a fines del siglo XV.
La Anunciación que se encuentra más perdida es la existente en el presbiterio, en el muro del evangelio, que parecer corresponder al siglo XVI. Mucho más interesante es la que se encuentra en el muro derecho de la nave de la epístola, bajo un arcosolio. Junto a las imágenes habituales de esta iconografía, la Virgen y San Gabriel, aparece entre ambos la representación de Dios Padre y, en el ángulo derecho, la figura, posiblemente del donante, un dominico con báculo.
De gran interés es la inscripción con el nombre de "Portillo". Su identificación permitiría conocer si se trata del nombre del donante o del anónimo pintor que la realizó entre los siglos XV y XVI.