Dentro de la clausura destaca un espléndido patio blanco de cal y mármol, de gran amplitud donde la luz, la sombra y la penumbra se van alternando a lo largo del día. Su posición lo convierte en el eje distribuidor del edificio. Posee dos pisos y en planta baja está compuesto por cuatro galerías con columnas toscanas de mármol blanco sobre las que apoyan cinco arcos decorados con triángulos esféricos y triglifos. A él dan diversas dependencias entre las que se encuentra el refectorio, una amplia habitación recientemente reformada. Toda la planta baja está cercada por un antepecho de azulejos contemporáneos, entre los que aún pueden verse restos de los antiguos del siglo XVIII. La planta superior se encuentra abierta al exterior a través de balcones y en ella se disponen las celdas de las monjas.