La Dolorosa arrodillada con las manos unidas en actitud orante adopta una pose contrapuesta a la del Ecce Homo. Viste Túnica blanca, toca de color márfil y manto negro. Una espada la atraviesa el corazón aludiendo a la profesía de Simeón. Sobre su cabeza ostenta una corona dieciochesca cuyo resplandor alterna rayos agudos y flameantes. Le sirve de escabel dos querubines y en la zona superior a derecha e izquierda asoman, asimismo, sendas parejas de querubines.