Description
El Dolmen de Soto pertenece al tipo denominado "de galería o largo corredor", y con sus 20,90 metros de longitud constituye el más largo de los dólmenes de Huelva. Su entrada se orienta hacia el Este y tiene sólo 1,45 metros de altura, aunque la altura interior va aumentando progresivamente. Su anchura varía desde los 0,82 metros de la antigua puerta a los 3,10 metros de la cámara; el suelo es perfectamente llano, excepto en el acceso, dónde presenta una ligera inclinación hacia el interior.
Toda la estructura está cubierta por un túmulo artificial de 75 metros de diámetro. Dicho túmulo se levanta sobre unos terrenos llanos, por lo que resulta perfectamente reconocible.
Tanto las paredes como la cubierta del dolmen están hechas de grandes ortostatos de granito, la mayoría, caliza dura, arenisca, pizarra, e incluso conglomerado fosilífero, con unas dimensiones que oscilan entre los 3,25 - 4,25 metros de longitud, y los 1,25 - 3,10 metros de anchura, y tienen un grosor aproximado de 0,55 metros.
A los 4 metros de la entrada, el corredor se estrecha mediante dos ortostatos que hacen las veces de puerta de acceso a la cámara funeraria, que se localiza a 14 metros de la entrada; tiene más de 3 metros de anchura y casi 3,50 metros de altura. Detrás del mencionado estrechamiento, hay un bloque de 1,80 metros de altura que actúa como pilar de sustentación de una de las losas de la cubierta, probablemente rota en el momento de ser colocada.
En el interior del dolmen, que no había sido violentado, Obermaier localizó ocho cadáveres, en cuclillas y apoyados en los ortostatos con grabados. El ajuar funerario, bastante escaso, se compone de objetos líticos como hachas pulimentadas y cuchillos de sílex, así como de vasijas de barro hechas a mano, un brazalete cónico de hueso, algunos fósiles marinos y varias cuentas de collar.
Entre los años 2012 y 13 se realizaron intervenciones arqueológicas de apoyo a la conservación (LINARES, 2015) y estudios de las grafías por expertos de la Universidad de Alcalá de Henares.
Las excavaciones en los espacios externos y el atrio han dado a conocer la existencia de estructuras de cronología Neolítica previas al dolmen. Se ha constatado la presencia de fosas de cimentación y bloques de piedra que podrían corresponderse con un círculo de 60 metros de diámetro compuesto por piedras de distintas materias primas y formas: bloques, menhires y estelas-menhires de grauvaca, calcarenitas y conglomerados ferruginosos de tamaños diversos, distribuidos equidistantemente. Al exterior de este círculo de piedras se ha registrado un conjunto de estructuras: cabañas, hogueras, estructuras votivas o rituales e hipogeo, que se deben relacionar con el conjunto de las prácticas sociales llevadas a cabo en el lugar.
Arte Megalítico:
Desde los trabajos de Obermaier se conoce el contenido gráfico del dolmen de Soto, pero no ha sido hasta una cronología más reciente cuando realmente ha sido objeto de un proceso de estudio especializado sobre su registro que ha culminado en el año 2014.
Los trabajos de las últimas décadas realizados por Primitiva Bueno y Rodrigo de Balbín, han permitido una aproximación a la importancia del arte parietal contenido en la estructura del impresionante dolmen. Su particular lectura sobre la iconografía conservada en el dolmen de Soto les lleva a proponer que la totalidad de los ortostatos se hallaban originalmente decorados con pinturas y grabados, incluyendo una parte de los empleados en la cobertura del monumento. Todo este programa se conjugaría con la presencia de una estela con una representación antropomorfa que presidiría la entrada a la estructura megalítica -pieza de la que no hay referencias anteriores.
La mayoría de los soportes de la galería megalítica están decorados, distinguiéndose dos tipos de ejecuciones técnicas: grabados y pinturas, que en muchos casos se combinan en el mismo soporte. Los grabados se realizaron mediante distintas técnicas: incisión, piqueteado y abrasión, con una gran diversidad de motivos, entre los que destacan las armas representadas (alabardas, cuchillos o puñales de mango, hachas) y las estelas antropomorfas. Entre los motivos representados señalaremos que hay líneas simples, "cazoletas" y otros signos de difícil interpretación, un ídolo, y figuras antropomorfas, alguna sedente, con presencia muy reiterada de elementos geométricos en ángulo, zig-zags, serpentiformes, cruciformes, bandas compartimentadas con círculos, armas líneas incisas o piqueteadas. Las pinturas identificadas configuran una decoración policroma diversa, nunca antes documentada, compuestas por bases de imprimación blancas, pinturas rojas y negras. Por esto, el dolmen de Soto es uno de los monumentos megalíticos con un el mayor repertorio de figuras de la península Ibérica, y se convierte en el de mayor riqueza decorativa de Europa.
A unos 250 metros del dolmen halló Obermaier los restos, muy destruidos, de un segundo dolmen, de los que aún pudo extraer algunos datos constructivos. Según este autor, el corredor tendría unos 8 metros de largo por 1,40 metros de anchura, y la cámara funeraria unos 6 metros de largo por 2,50 metros de anchura por término medio. También esta sepultura fue excavada por Armando Soto, quien localizó los restos óseos de entre 18 y 20 individuos, la mayoría de los cuales estarían en cuclillas y apoyados contra las paredes, como en el dolmen vecino, pero otros estaban en posición de decúbito supino y orientados verticalmente con respecto al eje del sepulcro colectivo. Los esqueletos estaban recubiertos por una capa de tierra dura mezclada con grandes guijarros.
Del ajuar del dolmen, muy similar al vecino, se recuperaron sólo algunas piezas, entre las que se cuentan varias piezas líticas, una hoja de puñal de cobre, dos fragmentos de punzones de marfil,... y algunos fragmentos de cerámicas a mano. Destaca también un grabado de motivo atípico que apareció en uno de los ortostatos, que fue publicado por Obermaier.
El carácter funerario de la zona del Zancarrón debía ser conocido desde antiguo, como prueba un acta capitular de Trigueros, con fecha del 8 de Enero de 1823, donde al referirse a una demarcación de tierras, se dice que en el Cabecillo del Zancarrón estaba enterrado Mohamad Ben Muza, a quien se le atribuía la creación de la primera obra algebraica, publicada en el siglo VIII.
Historic Info
Su descubrimiento se debe al propietario de los terrenos, Armando de Soto, quien lo halló de forma accidental al abrir una zanja para la cimentación de una casa en 1923. Tras su descubrimiento, el Sr. Soto procedió a su excavación, y a ese momento se debe la pérdida de datos de gran importancia para su datación, y las primeras obras de restauración de la cubierta, que había sido parcialmente destruida en el transcurso de las obras.
En 1924 Obermaier publica un libro en el que recoge todos los pormenores de la excavación y las características del dolmen. Desde entonces no se han vuelto a practicar excavaciones, aunque si se han realizado varios estudios sobre el sepulcro y sobre los grabados de su interior.
En 1931 fue declarado Monumento Nacional, aunque las primeras actuaciones encaminadas a su conservación no llegarían hasta 1957, cuando la Dirección General de Bellas Artes realizó una primera actuación puntual en la entrada del dolmen.
Posteriormente, en la década de 1940 es objeto de estudio por parte de C. Cerdán Márquez, cuyos trabajos se enriquecen con la colaboración de G. y V. Leisner. R. Cabrero, F. Piñón y P. Bueno cierran la lista de los investigadores que abordaron el análisis del dolmen onubense en la década de los 80 del siglo pasado. Entre 1981 y 1985, el arquitecto Ismael Guarnier y el arqueólogo Fernando Piñón redactaron un proyecto de excavación y restauración del que sólo llegaron a realizarse algunas de las obras propuestas como medidas de consolidación.
En 1986 se procedió al levantamiento de un ortostato caído, y en 1987 la Junta de Andalucía adquirió los terrenos. Finalmente, en 1990 se realizó un proyecto de consolidación que dirigieron los arquitectos Guillermo Duclós Bautista y Juan Manuel Real Molina.
Ya en el siglo XXI, hay que destacar una intervención arqueológica desarrollada en el año 2006, bajo la dirección de F. Nocete Calvo, cuya extensión abarcó un área de 2.500 metros cuadrados y cuyo objetivo incluía el perímetro del anillo. Se realizó un exhaustivo estudio de la secuencia estratigráfica. Finalmente, bajo la dirección de J.A. Linares se llevaron a cabo, durante los años 2012-2013, nuevas excavaciones arqueológicas y un nuevo estudio de las manifestaciones rupestres -grabados y pinturas- con analíticas de los pigmentos.
El Dolmen de Soto, coetáneo de los grabados, fue fechado por Obermaier en el periodo Calcolítico, entre el 3.000 y el 2.500 a. C. Su datación es difícil de establecer por la escasez de su ajuar, posiblemente desaparecidos en el momento de su descubrimiento y excavados por el propietario de los terrenos.
La construcción del domen es reflejo de una sociedad bien organizada política y económicamente, ya que hubo de existir una gran infraestructura para transportar los ortostatos desde puntos tan lejanos como Escacena, a 37 kilómetros, de donde se trajo el granito; Lucena, a 10 kilómetros, de donde se trajo la arenisca; o Niebla, a 6 kilómetros, de donde procede la caliza.
El dolmen vecino, aunque coetáneo, debió construirse con anterioridad al denominado "de Soto", según dedujo Obermaier de sus menores dimensiones y de su mayor número de enterramientos. La aglomeración de esqueletos sería causante de la construcción del Dolmen de Soto, de dimensiones mucho mayores. La escasez de enterramientos en él podría relacionarse con el abandono definitivo del lugar como necrópolis.