Su núcleo urbano, sobre un promontorio que sobresale de una meseta elevada, se desarrolla en dos zonas separadas por un impresionante tajo por él que discurre el río
Guadalevín. Sus altitudes más significativas son: el
Puente Nuevo, 722,0 m.; la Plaza Ayuntamiento, 728,0 m.; la Puerta de Almocábar, 698,0 m.; y la Estación F.C., 744,0 m.
Las características del trazado viario responden a las tres zonas diferenciadas del conjunto; La Ciudad, el Mercadillo y el barrio de San Francisco.
En la Ciudad el trazado viario corresponde a la complejidad de la trama árabe sobre la que se orienta y aunque a lo largo de la historia ha sufrido transformaciones, tales como la ocupación de adarves y el ensanche y corrección en la alineación de muchas de sus calles, conserva aún las características de su trazado.
El barrio de San Francisco conserva el característico trazado de extramuros en sus calles en abanico dirigidas a la Puerta del Almocábar y dejando delante de ella un espacio libre de la Alameda donde pudo estar situado una de las zonas de zoco o mercado de la ciudad. Al final de dichas calles observamos alineaciones rectas debidas a crecimientos de la ciudad en los siglos XVII y XVIII.
La estructura urbana más compleja en su trazado viario es la del Mercadillo. Su parte más antigua es también la de cotas más bajas y trazado irregular, apoyado en el trazado de los caminos que se dirigen a los puentes. El más antiguo posiblemente coincidiera con la calle Santa Cecilia que coincide a su vez con la directriz de la calle Setenil y con el trazado de la vía romana, quebrado en la calle Virgen de los Dolores por la pequeña cornisa natural donde está enclavada la iglesia rupestre de la Oscuridad o por la confluencia con la calle
Sevilla. La calle
Sevilla y la calle de los Remedios, que son ejes fundamentales del ensanche del Mercadillo, son también la prolongación de caminos confluentes hasta la calle Santa Cecilia que bordean el pequeño cerro de C/ Cerrillo y C/ de la Ermita de la Concepción. Otro de los ejes del Mercadillo es la C/ Puya, prolongación en este caso de la calle Real y de las Peñas. Estos ejes paralelos son la base del ensanche del Mercadillo. En sentido transversal destacamos la C/ Virgen de los Dolores que resuelve la cuña de la Plaza de los Descalzos y la
Iglesia y la Carrera de Espinel, verdadero eje comercial y posteriormente eje del desarrollo urbano de la ciudad. En la trama cuasi ortogonal del ensanche destaca la C/ Setenil que entra diagonalmente y que como hemos dicho se apoya en el trazado de la antigua vía romana.
Cabe destacar también en el viario la pavimentación, que aún tratándose en algunos casos de una creación reciente, no deja de ser acertada. En la Ciudad la pavimentación más frecuente es el empedrado con sección de la calle en bateas sin aceras. Esto hace surgir la edificación desde el mismo plano de la calle. En la zona del Mercadillo es más frecuente la acera, que en muchos casos está pavimentada con lajas o losas de piedra. En general, la pavimentación es un elemento destacable, contribuyendo en buena medida a la valoración del conjunto, siendo esto válido para el conjunto de los espacios públicos, calles y plazas.
Las manzanas y las calles más antiguas presentan parcelación y trazado irregular, apareciendo a partir del siglo XVIII las alineaciones rectas y el loteo de parcelas regular y ortogonal al viario. Las parcelas mantienen una relación fachada-fondo de 1:3, o incluso mayor. Sus dimensiones oscilan entre 7-10 metros de fachada por 30-40 metros de fondo.
Como hemos dicho el núcleo urbano estuvo dividido y aún se conserva esta división en tres barrios; el de San Francisco, el más antiguo en donde estuvo enclavado el Alcázar; la Ciudad, donde se encuentran los grandes edificios, conventos, iglesias, palacios, que posee calles muy pintorescas con columnas, arcos, artesonados y arabescos que rebelan su origen y, por último, el del Mercadillo, el más moderno, fundado a raíz de la
Reconquista
La tipología residencial predominante responde básicamente al tipo de casa patio y sus variantes, surgido de la transformación barroca de la casa hispano-musulmana. Generalmente son viviendas unifamiliares entre medianeras que se adaptan a parcelas más o menos irregulares. Con una altura común de dos plantas, sus crujías se disponen paralelas a fachada llegando éstas hasta el corral trasero, y dejando entre ellas uno o varios patios intermedios. Las cubiertas suelen ser de teja con caballetes paralelos a fachada, y sólo en los patios interiores surgen faldones perpendiculares a los anteriores y adosados a medianeras. Las soluciones de fachadas son variadas predominando el carácter murario cerrado, heredado de la casa hispano-musulmana, al que se le incorporan pequeños cierros y algunas rejas voladas. También es muy común la aparición de un pequeño hueco en la planta alta correspondiente al soberado.
Los fuertes condicionantes topográficos que se han descrito han impedido el desarrollo urbano en casi todas las direcciones, salvo hacia el norte-nordeste, dirección donde se encuentra la parte más llana de la meseta.
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