Description
El Castillo de Santa Bárbara se emplaza junto a la población, sobre una colina a la izquierda del Río Almanzora
Se trata de un asentamiento fortificado de origen medieval, aunque perdura durante época moderna. Los materiales arqueológicos se observan desde el cortijo situado al sur de la Torre. Posteriormente, se levanta una meseta situada en una zona intermedia entre el cortijo y la torre, en la que aparecen varias estructuras cuadrangulares realizadas con mampuesto de cal, arena y piedras. Si se continúa subiendo nos acercamos a la Torre, con unas medidas aproximadas de 7,5 x 6,80 metros. Está rodeada de una serie de estructuras (muros que rodean el recinto a modo de fortaleza, dependencias y habitaciones). La Torre conserva unos 8 metros de altura, posee un primer cuerpo revocado con cal que llega hasta los seis metros, mientras que el cuerpo superior ha perdido el recubrimiento y tiene la piedra vista.
Pese al lamentable estado en que se encuentran los restos del poblado se pueden sugerir algunas apreciaciones respecto a su planta. El poblado debió desarrollarse sobre todo el cerro que quedaba protegido según los restos de cimientos que aún se conservan por un muro perimetral. En el interior de éste, se hallan restos de pequeñas habitaciones rectangulares construidas en piedra de las que quedan numerosos restos por toda la ladera del monte. En la parte más alta hay un pequeño recinto cuadrado que pudo ser el aljibe que abasteciera a toda la población. En la zona más alta del cerro se ubica la fortaleza. Ésta se encontraba protegida por muros creados a tal efecto y por rocas naturales en la parte que se enfrenta al río. En el punto superior del cerro se eleva el torreón, para algunos autores torre del homenaje, con una planta casi cuadrada. Su planta está compartimentada en dos por un tabique que permite la comunicación entre los dos habitáculos que la conforman. En la habitación trasera se abre un pozo en su suelo de forma circular.
Alrededor de la torre se hallan numerosos restos de cimientos de pequeñas habitaciones de forma rectangular. Junto a estos ruinosos restos se encuentran los de otro pequeño aljibe también de planta rectangular igualmente muy destruido. Las funciones de los elementos sustentantes están realizadas por los gruesos muros perimetrales de la torre. Los demás restos apenas sobresalen de cimientos, por lo que no se pueden reconocer elementos sustentantes de interés.
Del conjunto del castillo apenas se puede reconocer el torreón, que está íntegramente en alberca por lo que no queda ninguna cubierta de consideración. Tan sólo puede considerarse como una excepción el arranque de la pequeña bóveda de cañón realizada en piedra para cubrir el aljibe situado en uno de sus extremos.
En las fachadas del castillo, la mayor parte de los restos observados se corresponden con los cimientos por lo que resulta difícil su reconocimiento. Sin embargo, en la torre podemos apreciar en pie sus cuatro fachadas, aunque hayan perdido parte de su altura original. Sus cuatro caras presentan la zona de cimientos hechos en mampostería, con un cuerpo intermedio repellado y uno superior de mampuesto. En la zona central de su cara principal, elevada a cuatro metros de altura, se encuentra la puerta original de acceso. Ésta, que facilita la entrada a la primera habitación señalada, se forma con un arco de medio punto. El flanco derecho presenta una abertura, que originariamente fue una pequeña ventana, aunque en la actualidad, su estado ruinoso la ha ensanchado. El resto de sus muros no presentan ninguna característica especial, tan sólo el repellado de su zona intermedia y el mampuesto de la superior.
Historic Info
La construcción del castillo en el siglo XIII, según Tapia Garrido, se relaciona con las primeras torres de defensa construidas por los árabes, incluso adelantando su fecha hasta época califal. Llegó a ser más importante que el castillo de Huércal. Su importancia radicaba en su posición geográfica que le permitía comunicarse ópticamente con los antiguos castillos de Cantoria, Purchena, Huércal-Overa, Serón y Zurgena, siendo su función la de guardia y protección contra el avance cristiano. Sin lugar a dudas, su construcción tiene lugar al igual que el resto de torres defensivas de la frontera que ante las continuas luchas con los reinos cristianos del norte se fueron desarrollando en toda la zona. Además, éstas en no pocas ocasiones se utilizaron para proteger a la población de las propias rivalidades con otros monarcas árabes. Los datos que se conocen sobre él son muy escasos pues la población que ocupaba el recinto fortificado debió ir abandonándolo a raíz de la pérdida del poder por parte de los árabes. Este pasó a manos católicas tras la campaña de los Reyes Católicos, en junio de 1488. Poco después, debido a la derrota que la ciudad de Lorca había infringido a los musulmanes en la batalla de los Alporchones se le concedió la toma de posesión de la torre de Huércal, durando su jurisdicción ciento ochenta años sobre la villa y sus tierras, es decir hasta 1668, año en el que emancipó. De la toma de la ciudad existe una información gráfica en los tableros del coro de la catedral de Toledo, apareciendo recogida una gran torre que se puede identificar con ésta. En este estado debió continuar algún tiempo hasta que las ruinas se adueñaron de él, ya en la época moderna. Desde los inicios de este siglo los restos conocidos de él eran ya ruinosos, conservándose tan solo los cimientos como narra ya García Asensio en su historia de Huércal.
La importancia estratégica, junto con su gran riqueza conseguirá que la provincia de Almería se convierta en un foco importante de atracción para muchos pobladores que se asentarán en sus zonas más fértiles, como es el caso de la Cuenca del Almanzora. El peligro que esta atracción suponía hizo necesario la creación de numerosas fortalezas y castillos. Tras un primer período de relativa calma, las luchas que se produjeron con las invasiones almorávides y almohades, facilitaron el desarrollo de toda una serie de fortificaciones. El castillo, por sus aspectos arquitectónicos, se remonta, al menos en gran medida, a la época nazarí. Será en este momento cuando adquiera la configuración con la que llega a nuestros días.