Parte de la particularidad de este saber se halla en poder elaborar cascos que se amoldan perfectamente a la cabeza del que lo viste. Por ello, primero se toman las medidas de la cabeza. Un casco oscila entre 17 por 22 centímetros. Estas medidas varían en centímetros tanto de ancho como de largo, dependiendo de la persona.
La celada es aquella parte del casco que sube y baja, cubriendo el rostro.
Una vez tomadas las medidas, se toman las plantillas según el tamaño definido, tomándose el modelo de cuatro triángulos isósceles que se dibujan en la hoja de latón.
Con las tijeras de cortar chapa se recortan los cuatro triángulos.
Con la bordonadora se dobla el filo de los extremos de la pieza recortada hasta la figura necesaria, definiendo también si el borde de unión será "macho" o "hembra" a la hora de ensamblarse.
Una vez realizados los filos, en cada una de las piezas se realiza una rejilla, tomando como modelo una rejilla de cartón y dibujándose su contorno sobre la pieza. Con el cincel que corta y se pica en medio del espacio de la rejilla. Al picarse, el latón se abre hacia el interior y con una alicate fino se acaba de doblar, aunque sin deformar la hoja. Se termina de realizar la rejilla picando con el martillo de peña los filos del interior de la rejilla, pero procurando que la rejilla continúe teniendo forma circular.
En el proceso decorativo primeramente debe realizarse el dibujo en la pieza. El diseño puede ser de creación del artesano o por encargo. Sea con ello cual sea el origen, antes de empezar a elaborarlo debe dibujarse en el latón.
El repujado y cincelado son técnicas de decoración de la pieza. Como repujado se entiende aquélla en la que se utiliza los punteros que quedan marcados en el latón al ser golpeados. Para ello se pone la pieza encima de una pasta o lacre. Este lacre por sus características recibe el golpe y lo amortigua, quedando la forma grabada en esta pasta, a la vez que queda grabado en el latón sin dañarlo.
Los motivos decorativos son varios y diversos, como botones, motivos florales, escudos, crismones en cruz, etc. En algún caso, las cruces o escudos, si son modelos que se repiten y son reclamados por el público, se realizan con un troquel que permite realizar el motivo de un golpe, agilizando con ello el trabajo.
En el cincelado se trabaja principalmente con los diferentes tipos de cinceles (lisos, que cortan o no, o de bola). Para el trabajo con el cincel la pieza se pone encima de una plataforma circular de 30 centímetros de diámetro, de plomo, que sirve para amortiguar el golpe. En este proceso la elaboración de cada motivo ornamental implica trabajar un tipo de puntero o cincel, a la vez que se va combinando las dos caras del latón dependiendo de la dirección del relieve. El caso de una hoja (motivo natural) implica crear dos relieves, primero, con el cincel que no corta, se marca la línea del centro y con un puntero de bola se crea el relieve de la hoja, tanto cóncavo como convexo lo que implica picar tanto por la parte interior como exterior.
Una vez terminado el proceso de decoración, se sueldan entre sí los cuatro triángulos que conforman la celada. En este proceso debe procurarse que la soldadura no se vea. Para este proceso se utiliza el soldador que caliente el estaño. Previamente se ha puesto decapante en el latón, y el estaño sirve como punto de enganche. Con este proceso se da por terminada la realización de la celada.
Por su parte, el casquete es la parte central del casco donde se sueldan entre sí las otras restantes. Con las medidas tomadas se parte de una plantilla de cuatro triángulos equiláteros, que se dibujan en la hoja de latón.
Se recorta con las tijeras de cortar latón las piezas.
Este proceso es básico en la confección del casquete. Se trata de dar la forma cóncava a las piezas que posteriormente serán soldadas. Utiliza para ello la parte superior de un tronco de madera de olivo de unos 70 centímetros de altura que se sostiene en el suelo, en la parte superior (donde se pica). Con un cincel se ha elaborado un hueco de 15 centímetros de diámetro y con la forma cóncava que debe tomar el latón. Para este proceso el artesano pone los cuatro triángulos uno encima del otro y los agarra con una mano, mientras con la otra sostiene el martillo de bola. Empieza a picar poco a poco hasta dar la forma ovalada del casquete, mientras se sostienen las piezas y se aprietan ayudando a dar la forma cóncava. Este trabajo es delicado porque no puede quedar ningún bollo en el casquete, a pesar de ir picándolo con el martillo de bola, debiendo quedar fino. Este proceso, dependiendo de la destreza del artesano, puede durar un par de horas.
Se sueldan las cuatro partes del casquete, normalmente por la parte interior para que no se vea el estaño.
La raspa es la parte superior del casco (donde se introduce la crin blanca o negra, según si el judío es de una turba u otra). Los procesos para su realización son los mismos que se aplican en la realización de la celada, aunque sin la realización de la rejilla. En este caso, se corta la plantilla y directamente se trabaja en su decoración. En un extremo inferior de la raspa, si el casco es de extrema dificultad por el diseño ornamental, el artesano inscribe su firma.
Para la elaboración del frontal se siguen los mismos pasos, con la particularidad de que esta parte es la que lleva el nombre del propietario y la fecha de confección.
Una vez confeccionadas todas las partes, se acaba de configurar el casco soldando éstas entre sí.
El paso final es el pulido del casco. Para ello se utiliza una pulidora. Este proceso es extremadamente delicado, ya que debe procurarse la uniformidad del pulido en todo el casco, respetando los diferentes elementos ornamentales que también deben estar pulidos.
En el interior se coloca una esponja para hacer más cómodo su uso, debido a su peso. Por la parte trasera del mismo se coloca una pieza de hierro que impide que el casco caiga hacia atrás por el peso del mismo, de la cola y las plumas.
Al casco de judío, una vez terminado, sólo queda añadirle las plumas en el bombín y la cola en la raspa. Las plumas habitualmente eran de oca, aunque actualmente depende del nivel adquisitivo de cada uno, ya sea de oca o sintéticas. Lo mismo ocurre con la crin que se utiliza para la cola, blancas o negras, que en principio tienen que obtenerse de la crin de un caballo.