Origins
Tras la toma de Lora del Río por Fernando III de Castilla en 1247, se construyó en las inmediaciones un pequeño castillo de defensa (o se reformó a partir de alguna construcción previa). Junto a éste pronto se fundó una aldea, la cual acogió como patrona a la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación a la que se le dio el nombre de Virgen de Setefilla. Según la leyenda, durante la ocupación de dicha aldea apareció la imagen en un pozo cercano, donde había sido escondida por los cristianos que huyeron del avance musulmán siglo atrás. Los vecinos de Lora quisieron edificar una ermita en las cercanías del pueblo, pero una y otra vez la edificación de hundía, hasta que se edificó una ermita allí donde se había hallado la imagen y, esta vez, permaneció en pie.
A raíz de una serie de milagros ocurridos durante la primera mitad del siglo XVI, el Cabildo Municipal de Lora del Río hace voto de ir en peregrinación todos los años al santuario de la Virgen de Setefilla. Con este hecho y otro similares, la devoción a la imagen se fue extendiendo durante los siglos siguientes, pese al abandono de la aldea de Setefilla y el reasentamiento de sus vecinos en Lora del Río.
Durante el siglo XIX hay un resurgimiento de la devoción popular que se manifiesta en la gran cantidad de victores entregados como exvotos a la patrona, muchos de los cuales aún hoy pueden contemplarse en la ermita.
Preparations
En un año normal los preparativos no son excesivos, habida cuenta de que las celebraciones tienen lugar exclusivamente en el entorno del santuario de Setefilla. Sí es necesario acondicionar el paraje y regular la afluencia de vehículos, lo cual corre a cargo de las autoridades.
Ciertos grupos de loreños, conformados por jóvenes de la localidad, organizan carretas, las cuales son preparadas en los días previos, adornándolas con flores de papel y fotografías de la Virgen de Setefilla. En la mañana del ocho de septiembre las cargarán con bebidas y alimentos para, remolcadas por un tractor o algún otro vehículo de similar potencia, subir a Setefilla.
La preparación de la imagen requiere de poco tiempo y la realizan en la intimidad del santuario un grupo de miembros de la hermandad. La talla se coloca y atornilla a un paso de pequeñas dimensiones y se decora con flores, las cuales han de ir también bien sujetas en previsión de los bruscos movimientos que sufrirá durante la procesión.
Explanation
En origen existían tres celebraciones en honor a la Virgen de Setefilla, la primera el día de la Encarnación, advocación original de la imagen; la segunda el quince de agosto; y la tercera, y única que se mantiene en la actualidad, el ocho de septiembre. En esta jornada tiene lugar una romería al santuario de Setefilla, situado en un cerro que dista doce kilómetros de Lora del Río y constituye la primera altura de importancia en la zona y desde donde se domina fácilmente gran parte de la comarca.
Los primeros actos en honor a la Virgen de Setefilla comienzan el treinta de agosto, con la primera sesión de la novena. Se trata de una triple novena, pues cada día se celebran tres misas, la primera a las siete de la mañana, la segunda a las seis de la tarde, y la última a las ocho, que es la que cuenta con una mayor asistencia. Los días de la novena se van sucediendo con una creciente afluencia de fieles, hasta la del día siete de septiembre, previa a la romería y que hace las veces de función previa.
La mañana del día ocho comienza temprano, para muchos de madrugada, cuando por promesa o deseo empiezan a recorrer las dos leguas (doce kilómetros aproximadamente) que separan Lora del Río del santuario de Setefilla. Los romeros no suelen salir juntos, sino que poco a poco, en pequeños grupos, van saliendo del pueblo. Otro tanto pasa con los jinetes y carrozas, que abandonan la localidad cada uno a su ritmo; los últimos en salir suelen ser los romeros que van en coche.
Al igual que la salida, la llegada es escalonada. Los distintos grupos se distribuyen por entre los árboles, mientras en el santuario, desde las ocho de la mañana, se han ido celebrando varias misas, se rezan letanías y rosarios y la imagen es velada de forma constante por los romeros. Durante toda la mañana es constante el entrar y salir de los fieles, muchos son los que se acercan al altar para agradecerle algo o realizar una solicitud o promesa.
A las once en punto, el clero comienza a recitar la letanía del Santo Rosario que es seguida por los fieles arrodillados que se encuentran en el interior de la iglesia, al llegar al "Santa María" se levanta bruscamente la imagen y se saca del templo; este acto es conocido popularmente como "la Levantá". Acto seguido la imagen es sacada a hombros de la ermita y se dirige a la vecina Cruz del Humilladero. En su camino la imagen es llevada a hombros por todos aquellos vecinos que así lo desean, si bien se establece prácticamente una lucha entre ellos para hacerlo. En más de una ocasión parece que la imagen va a caerse o que el paso se puede tumbar, pero siempre hay manos prestas a evitarlo.
Debido a este aparente caos parece imposible que la imagen siga un itinerario claro, sin embargo un miembro de la hermandad, normalmente el hermano mayor, lleva en alto y frente a la Virgen una vara plateada con el sello de la cofradía, gracias a la cual guía a la muchedumbre. Tras salir del santuario la imagen llega a la Cruz del Humilladero, dejándola a su izquierda se enfrenta al Valle del Guadalquivir que se abre a sus pies y "saluda" al pueblo de Lora del Río, que se vislumbra justo enfrente. A continuación gira en torno a la cruz y vuelve hacia la ermita para rodearla en el sentido contrario a las agujas del reloj.
Está establecido que en el tramo comprendido entre la Cruz del Humilladero y la ermita corresponde a las mujeres llevar el paso a hombros. La cesión suele ser más o menos tranquila, pero las féminas intentan controlar el paso todo el tiempo que pueden y se resisten a cederlo una vez llegan a la paralela del santuario. La lucha por llevar la imagen se acrecienta conforme el recorrido entorno a la ermita llega a su fin, la masa de gente que acompaña la talla se resiste a guardar a su patrona y solo cuando finalmente la vara del hermano mayor entra en el interior del templo, la sigue el paso de la Virgen.
La breve procesión que tantas tensiones ha despertado, en la que tantos loreños han gritado vivas y oles a su patrona, en la que las luchas por llevar el paso a hombros han sido continuas y constantes, apenas dura unos cuarenta minutos. A continuación los romeros se reparten por el paraje para comer y festejar entre familiares y amigos durante el resto de la tarde, hasta que ya con las últimas luces del día vuelva a Lora del Río
Transformations
La principal transformación ha sido la instauración de unas "venidas" regulares, sin que estén sujetas exclusivamente a situaciones de necesidad de la población de Lora del Río. Sin embargo esta transformación ha sido capaz de mantener la apariencia ritual previa, haciendo pervivir la tradición del "Viejo".